Palabras
Decía George Steiner en su visita a Madrid el invierno pasado que a partir de la Primera Guerra Mundial y de los horrores del nazismo la literatura había cambiado de sentido. Hay que preguntarse también ahora si ante unos hechos como los del 11 de septiembre, que nos estremecen de esta manera, quedan palabras por decir o si sólo es posible el silencio. Cuál es el lugar de los escritores en un planeta convulso en el que los políticos enseguida convierten las palabras en armas para alimentar la venganza y herir a inocentes que tienen que abandonar sus hogares muertos de miedo antes aún de que las armas reales hayan abierto fuego. Qué papel le toca en este drama al hombre solitario sentado en su mesa provisto de un folio en blanco y un bolígrafo o un ordenador como único impedimento para tan cruel batalla. Esta guerra que nos están preparando, y en la que la mayoría de los ciudadanos no queremos participar.
Recordé estos días lo que vi hace muchos años con mis hijos en el zoológico del Bronx, donde entre los demás animales había un cartel que decía: '¡Precaución! No acercarse. Este es el animal más fiero que existe, el más cruel, el más sanguinario, el único capaz de destruir en masa a su propia especie.' Junto al cartel había un espejo.
Por eso, hoy, cuando nuestra mirada ya ha cambiado sin remedio y este siglo recién nacido se ha vuelto viejo de repente, reivindico para la literatura no sólo la libertad para hablar del otoño o de nuestros más íntimos sentimientos, sino la fuerza para crear una inmensa muralla de palabras que detenga el odio y la matanza inexorable de más personas inocentes.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.