De cine
San Sebastián, como repiten una y otra vez los cronistas más imaginativos de los programas rosas de la televisión, se viste de cine. Un año más, las calles de Donostia sirven de escaparate al séptimo arte y su potente industria. La vida, que mientras dura es algo parecido a una versión contínua, debe seguir su curso. El espectáculo debe continuar, pero lo cierto es que los atentados terroristas del 11 de septiembre también afectarán -lo están haciendo ya- a la histórica muestra donostiarra. El actor Warren Beatty no podrá recibir en sus manos (en esas mismas manos en las que a Woody Allen le gustaría reencarnarse un día) el tercer Premio Donostia, y tampoco Glenn Glose, ni Mira Sorvino, ni y otras estrellas más o menos brillantes del firmamento fílmico pisarán las alfombras de nuestro festival. Las imágenes de horror en directo que hemos visto esta últimas semanas ejercerán, inevitablemente, una especie de competencia desleal al cine que sin duda tendrá sus consecuencias.
Porque lo de las torres abatidas por el rayo terrorista en Manhattan, además de una tragedia humana incalculable, ha sido un espectáculo sin precedentes, o mejor dicho, quizás con demasiados precedentes construidos a base de efectos especiales y guiones infectos. De hecho, muchos televidentes supusieron, en un primer momento, que lo que estaban viendo era la última superproducción del cine de catástrofes. Pero la realidad (de la misma manera que la naturaleza, según Wilde, imita al arte) remedaba esta vez a las más catastróficas películas ideadas por Hollywood. Vamos a peor, no hay duda. Las guerras del siglo pasado dieron pie a un cine bélico nada desdeñable (incluidos algunos panfletos) desde Lubitsch a Kubrick o Coppola. El 11 de septiembre de 2001, por contra, llegó después de muchas, demasiadas películas infames llenas de mamporreros atracados de idiotez y esteroides, explosiones desde todos los ángulos y hecatombes sin tasa. El 11 de septiembre ha encontrado un imperio (al que pertenecemos) en franca decadencia. Algo de eso veremos en Donostia.
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