No a la guerra
Tras el horror que la destrucción y la muerte sembradas en EE UU nos ocasionó, y después de expresar nuestro dolor por las víctimas y nuestra solidaridad con sus familiares y amigos, no podemos sino pensar, con temor también, en lo que vendrá. Nuestros gobernantes con una irresponsabilidad enorme, han expresado que apoyarán, sin reservas, las respuestas que el Gobierno de EE UU emprenda contra sus enemigos y quienes les apoyan. George Bush clama venganza y de antemano ya se ha etiquetado a los buenos y malos del planeta. Olvidando, o tratando de ocultar, los agravios históricos, los bombardeos a poblaciones indefensas, el apoyo a tiranos y criminales, y la injusticia que su política prepotente e imperialista ha provocado durante décadas.
También es inquietante que la mayoría de los gobiernos europeos cierren filas a su lado sin condiciones. Nos horroriza esta espera silenciosa antes de la batalla, como ciudadanos y ciudadanas con esperanza en el respeto a los derechos humanos y en la justicia, nos gustaría tener la suficiente fuerza como para que se nos oyera, para que se escucharan en el mundo más voces sensatas que señalen que las soluciones al terror, a la violencia y a la sinrazón, hay que buscarlas en limitar las causas que provocan la desesperación.
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