Disidencias internas
La presidenta del PP de Andalucía, Teófila Martínez, estrena esta semana, como alcaldesa de Cádiz, un nuevo equipo de gobierno municipal tras la remodelación que ha hecho del mismo en los últimos días. Pretende, de esta forma, dar un impulso final a su labor al frente del Ayuntamiento gaditano, tarea que le ocupa más tiempo del necesario, teniéndose en cuenta su función como jefa de la oposición en Andalucía.
Por activa y por pasiva, ha señalado, de forma insistente, que no piensa renunciar a la alcaldía para dedicarse de lleno a la política andaluza. Su partido sabía desde el principio que nunca renunciaría a la alcaldía, una condición indispensable si es que querían contar con ella, por lo que ahora se tienen que aguantar, tal y como ha venido diciendo.
Sin embargo, es cuestión de tiempo. Más pronto que tarde se harán notar las disidencias internas que se vienen planteando en el seno de esta formación, sobre todo por la estrategia que se está siguiendo y de la que son sus principales artífices tanto Martínez como el secretario general, Antonio Sanz. Sus últimas evoluciones llegan a avergonzar a sus propios parlamentarios, algunos de los cuales ya comienzan a lamentarse del camino que se sigue y en los términos en los que sostienen su discurso. Sólo basta con darse una vuelta por los pasillos del Parlamento andaluz, durante las sesiones plenarias, para observar las caras de circunstancias de más de uno, deseando irse a sus respectivas provincias para que el suplicio sea lo más liviano.
En corto no ocultan ya su disconformidad por la evolución de los hechos y es probable que las discrepancias comiencen a tomar cuerpo de una forma más contundente. El horizonte congresual del PP, con la anunciada marcha de José María Aznar, provocará las lógicas turbulencias internas que ya se notan en Andalucía. Con esas perspectivas por delante, Martínez pronto tendrá que hacer frente a las críticas domésticas.
Ella, que al inicio de esta legislatura se permitió abroncar a los integrantes de su grupo parlamentario, metiéndoles a los diputados más presión con el fin de que intensificasen su trabajo de control al Gobierno de Chaves, se está viendo cada vez más sola, con un Sanz al que la beligerancia extrema que desata le hace a veces rozar el ridículo. El ejemplo más inmediato ha sido el fracaso estrepitoso que ha cosechado al evitar, el propio PP, la posibilidad de que declarase en la comisión de investigación sobre el caso Gescartera el presidente andaluz, Manuel Chaves. Tal fiasco ha dejado a la hija del ferroviario sin argumentos, descompuesta y evidenciando una manifiesta descoordinación con Madrid.
De modo que ahora debe ir preparándose para lo peor, esto es, luchar contra sus propios correligionarios. Tal vez por eso se esté posicionando debidamente al remodelar su equipo de gobierno y residenciar en él una mayor responsabilidad, centrándose más en las cuestiones regionales. Precisamente, otro elemento que indica a las claras cómo en las provincias los populares se buscan la vida al margen de las directrices que emanan de Sevilla, pasando, por tanto, olímpicamente de la trayectoria que marcan en la dirección regional, está en el proceso de renovación de los órganos de gobierno que se acaba de culminar en las cajas en Granada, Jaén y Málaga. El acuerdo con el PSOE ha sido posible. Un escenario de entendimiento que supone todo un contraste con la extrema agresividad que desplegaban, mientras tanto, en el PP contra el Gobierno de Chaves por este mismo asunto. Si no hay reacción a tiempo, en el PP andaluz, sus rectores tendrán que afrontar divergencias que cada vez tienen peor cara.
A propósito de las cajas, es hora ya de comprobar también para qué sirve la Consejería de Economía y Hacienda en su papel de mentor y tutela de las cajas. Su labor de control de las mismas y de fiel vigilante para que se cumpla la Ley puede quedar en entredicho si, finalmente, permite, sin más, que los presidentes de El Monte y de la Caja San Fernando, Isidoro Beneroso y Juan Manuel López Benjumea, respectivamente, se salgan con la suya.
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