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Los musulmanes que viven en España temen el rechazo de la población

'Ahora no nos queda más remedio que volver a empezar'

Patricia Ortega Dolz

La preocupación y el temor se han apoderado de los musulmanes que viven en España. La responsabilidad de los atentados de Nueva York y Washington se atribuye, cada vez más claramente, a Osama Bin Laden, líder integrista islámico. Este último calificativo ha puesto un foco sobre miles de musulmanes que viven bajo las directrices de la religión islámica y que ahora ven aterrorizados cómo se les compara con terroristas. El primer signo apareció el jueves: una mezquita de Madrid amanecía con la fachada estampada por huevos llenos de pintura.

La salida 5C de la M-30 estaba colapsada. Decenas de coches de familias musulmanas se dirigían a la mezquita. Era el viernes pasado, día de fiesta en la cultura islámica, y hora de rezo (14.30). Habían pasado sólo tres días desde el ataque a EE UU y apenas 36 horas desde que unos individuos arrojaran huevos de pintura contra la fachada blanca del templo islámico. La presencia de un furgón del Cuerpo Nacional de Policía a las puertas de la mezquita y la afluencia masiva de fieles, marcaba la diferencia con otras jornadas. Algo había cambiado en el colectivo islámico.

'La capacidad de entenderse es una virtud de Dios', oraba el imam desde el altar; 'la inteligencia, que nos distingue de los animales, debe utilizarse para la mejor convivencia, no para hacer daño', proseguía el líder espiritual, después de que esa misma mañana todas las radios anunciaran que el Congreso de EE UU concedía a su presidente, George W. Bush, plenos poderes para hacer la guerra. Miles de fieles arrodillados ante el imam levantaban sus manos en señal de simpatía hacia sus palabras y repetían a coro 'amén'.

'Esto hunde todos los esfuerzos para evitar los prejuicios contra nuestra civilización', se lamentaba Mohamed, un marroquí que lleva años en España. 'La relación de los últimos acontecimientos con el mundo islámico, dicho en general, ha tirado todo por tierra. Lo peor es que han cargado de razón a aquellos que recelaban de nuestras gentes. Bin Laden es una fabricación de EE UU. Ellos han contribuido a esos productos integristas. Ahora no nos queda más remedio que volver a empezar', decía entre indignado y resignado.

'Todos apuntan a los musulmanes, y la gente se siente amenazada. Puede haber un brote racista, nos pueden pegar. Estamos en tensión', decía un sudanés ante la mezquita. '¿Por qué tiene esto que afectarnos?', se preguntaba molesto el presidente de ATIME, Abdelhamid Beyuki. 'No voy a negar que sentimos miedo, pero esto es como hablar de terrorismo vasco y no de ETA', argumentaba. Un consejero de la embajada marroquí, Faris Yasir, se quejaba de que 'se haya utilizado el adjetivo islámico, cuando los jefes árabes han condenado el atentado'. Sami Abu, palestino de 48 años, no deja de pensar en su familia en Gaza: 'Están desesperados. No temo por mí, temo por ellos'.

Quieren confiar en la sensatez de los españoles y en la responsabilidad de los líderes mundiales, pero, 'por si acaso', las mujeres musulmanas que trabajan en la mezquita de la M-30 han pedido cambio de turno para no salir solas de noche. 'Están asustadas', dice un encargado del centro. A la salida del rezo del viernes, una palabra de saludo pronunciada por marroquíes, sirios, argelinos, libios, jordanos, palestinos, paquistaníes... retumbaba en los pasillos de la mezquita: 'Salam' (paz).

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Sobre la firma

Patricia Ortega Dolz
Es reportera de EL PAÍS desde 2001, especializada en Interior (Seguridad, Sucesos y Terrorismo). Ha desarrollado su carrera en este diario en distintas secciones: Local, Nacional, Domingo, o Revista, cultivando principalmente el género del Reportaje, ahora también audiovisual. Ha vivido en Nueva York y Shanghai y es autora de "Madrid en 20 vinos".

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