Un libro reflexiona sobre la amistad en la literatura de la Generación del 27

El escritor Francisco J. Díaz de Castro reflexiona en su libro Poesía, pasión de vida sobre la importancia de la amistad en la Generación del 27, que siente una 'especie de necesidad de hablar de sus amigos en su literatura' y cuya correspondencia personal constituye una 'autobiografía' colectiva. Díaz de Castro explicó que la amistad como tema literario recurrente no era frecuente hasta entonces y no se volvería a dar en las dimensiones en que se produjo en la Generación del 27 hasta los años ochenta, con un cierto precedente en algunos poetas del 50 como Jaime Gil de Biedma, y añadió que aunque los poetas del 27 'no todos eran una piña' sí había relaciones de amistad muy fuertes.

Para el autor de este libro, subtitulado Ensayos y estudios del 27 y editado por el Centro Cultural de la Generación del 27, esta generación era 'un grupo de grandes poetas, muy distintos entre sí pero unidos por lazos de amistad y por la poesía como pasión vital', ya que todos ellos se dedicaron a ella hasta su muerte.

Compartieron inquietudes estéticas, aunque cada uno les dio soluciones distintas, desde el surrealismo a la poesía pura o ultraísmo, si bien precisamente mediante sus relaciones de amistad 'se ayudan unos a otros a descubrir la poesía'.

Díaz de Castro afirma que, aunque todos tenían conciencia de grupo de amigos, las relaciones fueron desiguales ya que, por ejemplo, en un principio Aleixandre fue fundamental para Dámaso Alonso; Salinas y Jorge Guillén se leían los poemas mutuamente antes de publicarlos; Lorca 'va un poco por libre pero lee a todos siempre' y Alberti 'admira a Lorca tremendamente pero escribe con la tradición de la poesía del Siglo de Oro gracias al trabajo de Dámaso Alonso y la recuperación de Góngora y Lope de Vega'.

Ensayos

En Poesía, pasión de vida se recogen ensayos específicos sobre algunos de los miembros de la generación pero también se analiza la correspondiente entre ellos como una especie de 'autobiografía' de grupo o 'escritura colectiva', ya que, de hecho, Pedro Salinas publicó un ensayo recogido en su obra El defensor sobre la defensa de la carta como vehículo de comunicación íntima y, al mismo, tiempo de escritura.

Otro capítulo del libro también dedica especial atención a cómo todos ellos retrataron a sus amigos en sus poemas y textos en prosa porque, según Díaz de Castro, en esta generación 'hay una especie de necesidad de hablar de sus amigos en su literatura, algo no muy frecuente en aquella época y que luego no aparece en la poesía hasta los 50 primero y luego los 80'.

Como tal grupo de amigos, en el mismo se reproducen diversos papeles y, según Díaz de Castro, si se pudiera hablar de un 'líder' dentro de ellos, éste sería Jorge Guillén, aunque fue más bien un 'maestro imitado antes incluso de publicar su primera obra', si bien también Lorca fue especialmente importante.