_
_
_
_
_

La presidencia que empezó el martes

Al principio, Bush sonó como un gobernador ante un desastre natural. Ahora, ha abrazado el papel de líder

Durante sus ocho primeros meses de presidencia, George W. Bush, ejerció un estilo que la subestimaba, un estilo que en ocasiones era incluso modesto. Esta presidencia terminó el pasado martes. De pie, detrás de su mesa del Despacho Oval, un impresionantemente combativo y emocional Bush clamó llevar a la nación junto a una coalición aliada a la victoria sobre los terroristas internacionales y aquellos que los apoyan. 'Ésta es la oportunidad de hacer un favor a las futuras generaciones uniéndonos y dando caza al terrorismo', dijo un Bush tajante.

Ese momento fue el eje central de la afilada estrategia desarrollada por Bush desde los ataques del pasado martes para enfatizar una América 'abierta para los negocios' en la que él se perfilaba como el comandante en jefe de lo que parece va a ser una larga batalla. Hablando amargamente sobre aquellos que 'odian nuestros valores' y 'odian todo aquello en lo que se basa América', Bush apartaba a un lado su anterior y dulce política interior.

Más información
Carter, Clinton, Ford y los Bush, en el funeral de Washington

'La nación debe entender que ése es ahora el objetivo principal de mi Administración', dijo. 'Ahora que nos han declarado la guerra, lideraremos al mundo a la victoria'. Ésta era la respuesta a aquellos que anteriormente habían criticado sus anteriores apariciones como nerviosas, asustadizas e inadecuadas. En definitiva, las últimas palabras y hechos del presidente -incluida una visita al Pentágono en la noche del miércoles, a un hospital y a un servicio religioso el jueves y un viaje ayer a las ruinas del World Trade Center- son la señal inequívoca de un movimeinto hacia un liderazgo más activo y visible.

El martes, Bush sonaba como si todavía fuera un gobernador respondiendo ante un desastre natural, proclamando al principio que 'éste es un difícil momento para América' y refiriéndose a los ejecutores como 'esa gente' en una fugaz comparecencia.

Ahora está abrazando el más profundo de los papeles presidenciales, contemplando una declaración de guerra por parte del Congreso, un llamamiento a desarrollar una legislatura conjunta y la constante idea de que la nación irá inevitablemente acompañada a partir de ahora por una mayor campaña militar.

Únete a EL PAÍS para seguir toda la actualidad y leer sin límites.
Suscríbete

El cambio fue aparente cuando Bush fue solicitado por la prensa para hablar sobre sus plegarias, un asunto del que generalmente disfruta. Sin embargo, miró hacia otro lado y replicó con los ojos bañados en lágrimas: 'Bueno, lo cierto es que ahora mismo no pienso en mí'. 'Soy un tipo cariñoso pero que en este momento tiene un trabajo que hacer e intenta hacer. Éste es un terrible momento. Pero este país no descansará hasta que nos hayamos salvado a nosotros mismos y a otros de la terrible tragedia que ha sucedido en América'.

Los americanos se han solidarizado con Bush, respaldando la manera en que su Administración ha respondido a los ataques del martes aprobándola con un altísimo índice, según un sondeo de la noche del jueves del Washington Post-ABC News. Casi nueve sobre diez americanos -el 86%- dijeron aprobar la gestión de Bush como presidente, 31 puntos por encima de otra encuesta realizada por la misma fuente el fin de semana anterior. Con estas cifras, Bush se acerca a las obtenidas por su padre -91%- al final de la guerra del Golfo, en 1991.

'Bush necesita mostrar cierta estatura presidencial', dijo Kim Holmes, especialista en política exterior de la conservadora Heritage Foundation. 'Necesita llegar a la altura de poder convocar a la gente a hacer un gran sacrificio. Esto no es muy diferente a lo que Harry truman tuvo que hacer en su momento'.

Mark McKinnon, quien hizo la campaña publicitaria de Bush, aseguró ayer que lo estaba haciendo 'mucho mejor'. 'Hoy se tiene la sensación de estar frente a alguien que es comandante en jefe'.

Bush ha sido criticado por carecer de la elocuencia y presencia de ánimo que la opinión pública espera de un líder. Continúa siendo dubitativo a veces. El jueves, cuando le preguntaron a cerca de su periplo en el Air Force One el día de la tragedia, Bush respondió con embarazo: 'Creo que tomé el..quiero decir...no lo creo, creo que tomé las acciones necesarias como comandante en jefe'.

'En los primeros ocho meses de su presidencia, Bush no fue del todo él mismo', dijo Ed Gillespie, un antiguo colaborador de campaña de Bush. 'No está en la naturaleza del presidente hablar por hablar. Pero tiene un buen instinto y un entendimiento natural de la necesidad que tiene el público de verle en estos momentos'. Aquellos que tuvieron miedo de las primeras palabras y actos de Bush decían ayer estar mucho más tranquilos. 'Su actitud molestó a mucha gente en un primer momento. Parecía que el Gobierno estuviese escondiéndose', dijo Gary Schmitt, de la línea más dura del Proyecto para una Nueva América. 'Ahora, el Gobierno vuelve a tener los pies en su sitio'.

Pero la nación sigue preguntándose lo mismo: ¿puede un presidente que contribuye a la informalidad liderar un país en guerra?

El antiguo presidente George Bush toma la mano de su hijo y actual presidente.
El antiguo presidente George Bush toma la mano de su hijo y actual presidente.AP

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_