La presidenta firmaba actas 'en barbecho' porque nunca hubo juntas
La presidenta de Gescartera, Pilar Giménez-Reyna, aseguró ayer que en la sociedad 'no había juntas, ni consejos'. 'El abogado Juan Antonio García de la Chica se encargaba de preparar las actas y los demás las firmábamos en barbecho', señaló en su segunda declaración como imputada.
En su nuevo testimonio insistió en que no conocía ni la realidad contable, financiera o jurídica de la sociedad que presidía, ni tiene posibilidad de explicar el agujero de 18.000 millones detectado en las finanzas de la entidad, porque era una simple agente comercial, sin poderes ejecutivos.
La mujer repartió responsabilidades entre los principales imputados, especialmente Antonio Camacho, del que dijo: 'El jefe es el jefe', y de Javier Sierra de la Flor, José María Ruiz de la Serna y José María Pichel.
Giménez-Reyna detalló que oyó hablar en el despacho de la agencia de valores de operaciones especiales, pero que no participó nunca en ninguna de ellas. Eran, según explicó a la juez Teresa Palacios, operaciones en metálico y a corto plazo para clientes especiales de Antonio Camacho, aunque el trato comercial lo llevaban José María Ruiz de la Serna y Javier Sierra. La cartera de clientes especiales la llevaba en secreto Ruiz de la Serna, que era quien estaba con el día a día de esos clientes. Giménez-Reyna dijo en cambio que no sabía lo que son los depósitos estructurados
Reconoció la presidenta de Gescartera que estuvo en una reunión con la Asociación de Huérfanos de la Guardia Civil porque le llamó el general Blanes, que es jefe de uno de sus hermanos. Le dijo que los fondos que tenía la asociación estaban en pérdidas y que quería rentabilizarlos y ella lo dirigió a Gescartera. Negó que sus hermanos José o Francisco tuvieran nada que ver con la inversión de la Guardia Civil en la agencia de valores y precisó que el trato fue con Jorge Marín, mientras que el que llevó la relación en Gescartera fue Ruiz de la Serna.
'Nunca había juntas'
Respecto a las órdenes religiosas, la presidenta de Gescartera precisó que había una gran dispersión y que las únicas que fueron clientes suyos fueron las filipenses y la Fundación Caldeiro.
También precisó que nunca ha estado en casa de Antonio Camacho y que tampoco notó la falta de pago a los clientes por parte de Gescartera. Y afirmó que se sentía puenteada por Inmaculada Baltar, socia de Aníbal Sardón, otro de los imputados, precisamente una de las personas que en su declaración judicial le acusó de estar al corriente de todo y de participar en la gestión.
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