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Nantes acoge la última exposición en la que participó Juan Muñoz

La última exposición de Juan Muñoz en la que el artista recientemente fallecido pudo intervenir es la que aún puede verse -y hasta el 19 de noviembre- en el Museo de Bellas Artes de la ciudad francesa de Nantes. Se trata de una colectiva en la que diez artistas invitados confrontan una de sus obras con otra de un artista representado en el museo de la ciudad. 'Juan Muñoz eligió medirse a Rubens, a un gran cuadro en el que el personaje central lleva una mano enguantada parecida a la de su escultura', explica la portavoz de la institución, Veronique Triger.

Los otros nueve nombres que comparten la aventura con Muñoz son su mujer, la donostiarra Cristina Iglesias, Annette Messager, Christian Boltanski, Sigmar Polke, Jean Pierre Bertrand, Bernard Frize, Giuseppe Penone, Thomas Schütte y David Tremlett. Para el comisario de la exposición, Guy Tossatto, que ya había organizado seis años atrás una antológica del artista español en el Carré d'Art de Nimes, la presencia de Muñoz se justificaba porque 'su obra es de una rara intensidad, la originalidad de las formas que creaba competía con la originalidad de sus intenciones. Se apoyaba en un buen análisis del arte antiguo -se refería a piezas del Museo Arqueológico de Madrid, pero también a las esculturas romanas de Borromini- y conciliaba esa herencia con una visión moderna'.

Temas contemporáneos

Para Tossatto, la temática de la obra de Juan Muñoz es contemporánea. 'Hay tres grandes temas que pueden deducirse de su trabajo de investigación. De entrada, la noción de espacio arquitectónico que él sugiere a través de la manera de instalar sus esculturas y de ponerlas en relación con distintos elementos, ya sea el parqué, la barandilla de una escalera o una mesa'.

'Luego están los personajes', continúa Tossatto. 'Esas figuras que Juan Muñoz crea y que son enanos escapados de un cuadro de Goya, bailarinas sin piernas ni brazos, personajes víctimas de la violencia y prisioneros del silencio. Es la imagen de una humanidad prisionera de su envoltorio carnal, que sabe de una incomunicación trágica. Y queda por último la dramaturgia que sugieren las figuras cuando ocupan sus espacios escenográficos que él idea. De alguna manera Juan Muñoz se reivindicaba narrador'.

La escultura de Muñoz, en resina, es un personaje que se contorsiona, que intenta mirar y no puede ver. Una mano enguantada en acero se posa sobre su espalda, que es el título de la obra. La instalación incluye una silla destinada al visitante, que así cierra un triángulo de miradas, de intercambio de miradas entre los héroes triunfantes de Rubens, el cuerpo retorcido que propone Muñoz y la del espectador que crea la relación entre los dos mundos.

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