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Reportaje:RÍO CHÍLLAR | EXCURSIONES

La mejor receta contra el calor

El ascenso por el curso del río Chíllar (Nerja) es una de las rutas más originales de la provincia de Málaga

El verano no es la estación favorita de los excursionistas, pero hay lugares hechos a la medida del sol más fiero y de las más altas temperaturas. Como el río Chíllar, en Nerja (Málaga), que desafía con su cauce travieso y fresquito hasta los mediodías más tórridos. El Chíllar, que nace a 1.400 metros de altura, en el Parque Natural de la Sierra Almijara, siempre ha sido un río vital para Nerja, desde los tiempos en que todavía se llamaba Narissa y era una próspera alquería árabe.

Entonces -hablamos del siglo X- en las ramblas de su desembocadura se teñían los paños de seda que se tejían en la zona, muy famosos en la época. También prestó el Chíllar su cauce a otra industria emblemática de la comarca de La Axarquía: la de la fabricación de azúcar. El primer trapiche -fábrica de azúcar-se instaló en 1591 muy cerca de su desembocadura, y a lo largo de todo el cauce se edificaron diversos molinos hidráulicos -ingenios- para molturar la caña.

Hoy día, Nerja ya no vive de las sedas ni de la caña de azúcar, sino del turismo, pero el Chíllar sigue desempeñando un papel importante: el del remanso de paz que se echa en falta en ocasiones en los municipios costeros, tan bulliciosos.

La originalidad del paseo por el cauce de este riachuelo reside, principalmente, en que toda la ruta se hace con los pies mojados. La acción del agua sobre las rocas marmóreas por las que baja el río desde las cumbres de la Sierra Almijara ha formado, a través de los siglos, estrechos desfiladeros -cajorros, los llaman- que a veces alcanzan los 40 metros de altura. En el cauce alto, la vegetación de ribera es tan espesa, el camino tan abrupto y las zarzas tan abundantes, que en ningún momento merece la pena abandonar el lecho del río que, además, casi nunca cubre más allá de la cintura.

Para llegar al Chíllar hay que entrar en Nerja por la antigua carretera N-340 y tomar el primer cambio de sentido que se encuentre al atravesar el puente que pasa sobre el río. Se toma un carril de tierra que bordea las ramblas, se deja a la derecha una cantera y se sigue con el vehículo un par de kilómetros más, hasta llegar a una pequeña central eléctrica que aprovecha el caudal. A partir de ahí se sigue a pie, caminando siempre por el agua.

El inicio del paseo discurre por una zona relativamente amplia y abierta entre los barrancos, poblada de cañaveras, adelfas, juncos, plumeros, lentiscos y pinos. en este tramo, el agua fluye mansa y apenas cubre. La cabra hispánica, muy abundante en el Parque Natural de las sierras Tejeda y Almijara, aprovecha las primeras horas de la mañana para beber en el río -sus aguas son potables y muy dulces-, y no es difícil observarlas en las laderas.

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Al cabo de media hora de camino, el cauce se va estrechando, encajonado por impresionantes paredes de mármol que, en algunos tramos, se pueden tocar con sólo extender los brazos. La parte baja de las paredes se puebla entonces de diversas clases de helechos, sobre todo culantrillo, y en el cielo se pueden divisar cernícalos, águilas perdiceras y halcones en busca de presa.

Pasado este tramo, el terreno se vuelve más accidentado y obliga al agua a brincar, formando pequeños saltos, cascadas y pozas. Para este tramo conviene echar mano de un bastón, guardar el pantalón en la mochila y disfrutar de un buen baño, porque la dificultad del camino va en aumento y el sol, aunque tamizado por la sombra de los árboles, hace mella en el excursionista.

Al cabo de tres horas de camino desde la fábrica, se encuentra el lugar al que ansían llegar quienes se aventuran a seguir el río: una gran poza nutrida por una cascada que se conoce como La Presa. Esta zona, tanto si se pretende seguir caminando como si no, es perfecta para tomar resuello y comerse el bocadillo. Para postre, si es la época, se pueden coger morillas de zarza y algunos higos, pues las higueras también son muy abundantes por todo el recorrido.

La longitud total del cauce es de unos 16 kilómetros, y el camino es practicable por casi todos los tramos, pero la caminata por el agua es bastante fatigosa, de modo que, a menos que se tenga práctica, es aconsejable terminar la excursión en este punto. Siempre se puede volver para escapar del calor.

Río Chíllar, en el Parque Natural de la Sierra Almijara.
Río Chíllar, en el Parque Natural de la Sierra Almijara.RAFAEL MARCHANTE

Bañador y zapatos viejos

- Dónde. Al llegar a Nerja desde Málaga por la N-340, se pasa una gasolinera y se encuentra el cambio de sentido del ambulatorio. Al cruzar la carretera, se deja el ambulatorio a la izquierda se gira a la izquierda por la calle Solana (Urbanización Almijara) y al llegar a un ceda el paso, se gira a la derecha por la calle Picasso, que desemboca en un carril de tierra que lleva hasta una cantera. Siguiendo el carril dos kilómetros más a partir de ahí, se encuentra la fábrica de electricidad, pero este último tramo es muy accidentado, así que, si el vehículo no es adecuado, se puede dejar el coche en la cantera y hacer este tramo a pie. - Cuándo. El caudal del Chíllar es homogéneo todo el año, pero la mejor época para la excursión es entre junio y septiembre. - Y qué más. Dado que todo el tiempo se camina por el agua, es muy importante llevar un calzado adecuado. Lo mejor son unas zapatillas viejas de deporte con calcetines, o bien calzado de lona con suela de goma. Hay que llevar pantalón corto, porque el agua cubre en algunos tramos más allá de las rodillas, y también es aconsejable el bañador. Para los tramos más abruptos, es de gran ayuda un bastón. Las mochilas, cuanto más pequeñas, mejor. - Alrededores. Merece la pena visitar la Cueva de Nerja, un impresionante monumento natural y un valioso yacimiento arqueológico (952 529 520).

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