El último dictador que amenaza a Europa
El presidente de Bielorrusia, Alexandr Lukashenko, acaba de ser reelegido para un segundo mandato de cinco años en lo que, según opinión ampliamente compartida, han sido unas elecciones manipuladas. Incluso aunque no se haya producido un pucherazo directo, se ha intimidado a los opositores, el principal líder de la oposición fue objeto de una implacable campaña de descrédito y se censuró a las fuentes independientes de información.
Los resultados dejan a Lukashenko como el último autócrata de Europa, y a la desgraciada Bielorrusia, como un anacronismo. Diez años después del colapso de la URSS, las ambiciones que Bielorrusia tuvo en tiempos de convertirse en un Estado democrático e independiente se tambalean. En Europa oriental, incluso ovejas negras como Albania y Serbia se han alineado con la democracia. Sólo Bielorrusia se mantiene contumaz, un Estado soviético en miniatura al que no le falta de nada: desapariciones misteriosas, una economía 'planificada' que fracasa, mentiras políticas y culto a la personalidad. (...)
El resto de Europa haría bien en despertar a los riesgos. Aunque pueda parecer que diez millones de bielorrusos tiranizados por un dictador menor no nos importan demasiado ahora, pronto pueden hacerlo. Cuando la UE y la OTAN se amplíen hacia el Este, Bielorrusia se convertirá en un Estado fronterizo que tiene la opción de ser un puente o un parapeto. (...) Por falta de apoyo externo, los brotes de democracia que intentaron abrirse camino en estas elecciones pueden agostarse. Tenemos que hacer cuanto podamos para apoyarlos.
Londres, 11 de septiembre
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