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Anulada la condena a un agresor sexual porque una víctima no fue interrogada

El País

La Audiencia de Barcelona ha ordenado repetir un juicio contra un hombre que entraba en domicilios de mujeres para abusar de ellas y fotografiarlas desnudas porque el juez, en su afán de proteger a las víctimas, impidió el interrogatorio de una de ellas en el juicio. El acusado reconoció los hechos durante el juicio, en noviembre del año pasado, y fue condenado a 12 años y medio de cárcel, una pena que ya estaba cumpliendo.

Durante el juicio, ambas víctimas declararon bajo la protección de una mampara que impedía el contacto visual. No obstante, una de ellas empezó a insultar al acusado durante su declaración y, ante su nerviosismo, el juez ordenó que saliera de la sala.

La Audiencia de Barcelona sostiene que el acusado fue objeto de indefensión por el celo del magistrado que juzgó el caso en proteger a las víctimas. La defensa alegó que, al no tomar declaración a una de ellas, 'se vio privada de someter a contradicción las manifestaciones de la testigo'.

El tribunal afirma que 'el derecho a contradecir los testigos está expresamente garantizado en el Convenio Europeo de la Protección de los Derechos Humanos'. Por tanto, la Audiencia de Barcelona decreta la 'nulidad del juicio' y ordena que se devuelvan las actuaciones al Juzgado en lo Penal 21, que dictó la sentencia, para que 'se proceda a la celebración de un juicio con observancia de todas las garantías procesales y constitucionales inherentes al proceso penal'.

El acusado, José María V.G., vecino de Dosrius (Barcelona), fue condenado por cuatro delitos de allanamiento de morada con nocturnidad, un delito de agresión sexual con nocturnidad, tres delitos de abusos deshonestos y una falta de lesiones. Además de la pena de prisión, el hombre fue condenado a indemnizar con dos y cuatro millones de pesetas a cada una de las dos víctimas. El Juzgado también prohibió al acusado que se acercara durante cinco años a las víctimas y sus familias.

El acusado entró encapuchado en la casa de cada víctima, primero en febrero y después en junio. En el primer caso, el hombre agarró a la mujer y, amenazándola con unas tijeras, la arrojó a la cama, la ató y, tras desnudarla, le hizo tres fotografías en diferentes posiciones. Algo parecido realizó con la segunda víctima: se dirigió a su dormitorio, le quitó la ropa interior y la observó. La segunda vez la víctima se despertó y, tras forcejear, el acusado la hirió con las tijeras. Ambas mujeres vendieron sus viviendas porque estaban 'aterradas' por aquellos hechos.

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