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Tribuna:TRIBUNA SANITARIA
Tribuna
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De la evidencia a la potencialidad

En los últimos años se han producido importantes avances del conocimiento científico, como la caracterización del genoma humano, la obtención en el laboratorio de células especializadas a partir de células no diferenciadas, las células pluripotenciales o células madre, y la clonación de mamíferos a partir de células adultas, que han creado grandes expectativas sobre sus potenciales aplicaciones en medicina.

Dejando de lado los problemas éticos que alguno de estos avances científicos comporta, en especial aquellos que implican la utilización o clonación de embriones humanos, la terapia génica se ha presentado como una potencial curación para el cáncer, las enfermedades cardiovasculares, o neurológicas, y me atrevería a decir que para todas las enfermedades en general; las células obtenidas a partir de células madre embrionarias o adultas podrían curar el Parkinson, el Alzheimer, la diabetes o producir órganos para trasplante; y la clonación humana permitiría que tengan descendencia aquellas parejas con problemas de fertilidad que no lo han conseguido mediante otras técnicas.

Lo ocurrido ilustra la larga distancia que separa la investigación básica de la aplicación clínica
Todavía no se ha realizado ningún ensayo clínico de xenotrasplante con órganos porcinos ni existe fecha para él

Sería sensacional que en un espacio razonable de tiempo -hablar de lo que pueda ocurrir dentro de 50 o 100 años es ciencia-ficción- las expectativas creadas por estos avances científicos se cumplan, aunque sea sólo parcialmente. Sin embargo, experiencias recientes con otros avances científicos no permiten ser muy optimista.

A mediados de la década de los noventa, gracias a los avances tecnológicos que también han sido esenciales en todos los avances científicos mencionados previamente, fue posible introducir genes humanos en cerdos. La producción de estos animales se acompañó del inmediato pronóstico de que en un corto espacio de tiempo órganos de estos animales serían trasplantados en personas (xenotrasplante), como puede comprobarse en las numerosas noticias de prensa que aparecieron al respecto. Que esta idea no es resultado de un sensacionalismo periodístico lo demuestra el que la propia Asociación Americana de Trasplantes hizo públicas unas estimaciones en las que preveía, para el año 2001 en el que nos encontramos, la realización de 25.000 xenotrasplantes renales con órganos de cerdos transgénicos, la mitad de los 50.000 que anualmente se practican en el mundo. Esta cifra se duplicaría el año próximo y seguiría a partir de entonces un crecimiento exponencial.

Estamos en la segunda mitad del año 2001 y todavía no se ha realizado ningún ensayo clínico de xenotrasplante con órganos porcinos, ni existe fecha para el mismo. Los motivos son dos. Por un lado, el descubrimiento de que los cerdos, al igual que todos los mamíferos incluyendo los humanos, son portadores en su DNA de retrovirus que no producen ningún tipo de enfermedad en la especie de la que son huéspedes, pero que se desconoce las consecuencias que pueden tener para otras especies. Por otro lado, la falta de eficacia que los órganos de cerdo transgénico han demostrado en las investigaciones preclínicas en primates no humanos. Aunque los órganos de estos cerdos evitan el rechazo inicial que sufren cuando son trasplantados, no pueden prevenir otras formas de rechazo que aparecen entre días y semanas después del trasplante y que causan el fracaso de los mismos.

Esta dificultad para poder prevenir el rechazo a largo plazo es la que hasta el momento ha impedido la realización de ensayos clínicos de xenotrasplante con órganos sólidos. Las autoridades reguladoras de Estados Unidos han establecido una serie de medidas a tomar en cualquier xenotrasplante clínico, que tienen por objetivo minimizar el potencial riesgo de transmisión de infecciones a partir de los órganos, tejidos o células de otras especies animales. El problema es que hay un riesgo, por muy bajo que sea, que existirá siempre porque el riesgo cero no existe, con unos beneficios para los pacientes que por el momento no han podido demostrarse.

El día que existan fundamentos sólidos de que el xenotrasplante de células, tejidos u órganos puede ser eficaz, como fuente de órganos para trasplante, en el tratamiento del Parkinson, o en cualquiera de las posibles indicaciones terapéuticas para las que se está investigando, las autoridades reguladoras autorizarán investigaciones clínicas, aunque con la aplicación de protocolos muy estrictos que eviten cualquier riesgo para la salud pública. Estas investigaciones clínicas ya se están realizando en el caso del xenotrasplante de neuronas para el tratamiento de enfermedades como el Parkinson, aparentemente con resultados no muy satisfactorios por el momento.

Sólo el tiempo aclarará si el incumplimiento de las expectativas creadas por el xenotrasplante es exclusivo de este procedimiento o es un ejemplo extensible a otros avances biomédicos. En cualquier caso, lo ocurrido ilustra claramente la larga distancia que separa la investigación básica de la aplicación clínica. En los últimos cinco años se han realizado avances significativos en el xenotrasplante de órganos de cerdo en primates no humanos hasta el punto de que en estos momentos se están logrando resultados nunca alcanzados previamente.

Sin embargo, para que el xenotrasplante pueda practicarse en el ámbito clínico con unas mínimas garantías de éxito, deben pasar a ser habituales los tres meses de supervivencia alcanzados hasta el momento de forma excepcional. Es imposible predecir cuándo ocurrirá esto porque la investigación no es algo lineal y programable, especialmente en lo que se refiere a la biomedicina. Un avance es seguido de periodos de estancamiento, muchas veces prolongados, porque la causa o solución a los problemas que se confrontan no es accesible con el conocimiento existente en ese momento, siendo necesario que se produzcan avances en otras áreas para poder superarlos. Incluso una vez culminadas todas las fases de investigación preclínica y clínica, quedan aspectos imprevistos que pueden hacer fracasar una determinada terapéutica. Recientemente hemos visto cómo un producto farmacéutico que había demostrado eficacia y seguridad durante las largas fases de desarrollo, tenía que ser retirado del mercado porque en circunstancias particulares, asociado con otro medicamento o a dosis muy elevadas, podía causar el fallecimiento de pacientes.

Lo que los investigadores pretenden alcanzar con el xenotrasplante, la terapia génica, las células pluripotenciales, adultas o embrionarias, y cualquier otra investigación biomédica es altamente elogiable ya que tiene por objetivo mejorar la salud de las personas. De ahí que sea fundamental que las investigaciones continúen y, si es posible, se amplíen.

Sin el conocimiento científico previo nunca será posible alcanzar una aplicación médica. Como decía Sócrates, 'sólo un conocimiento correcto conduce a acciones correctas'. Ahora bien, no las garantiza. Investigadores, revistas y congresos científicos y medios de comunicación tienen la responsabilidad de transmitir a la sociedad una información en la que se distinga claramente lo que se puede demostrar, de las especulaciones sobre sus potenciales aplicaciones. Que las células pluripotenciales pueden dar lugar a cualquier tipo de célula especializada es una evidencia. Que con estas células se pueda llegar a curar o mejorar alguna enfermedad es una hipótesis por el momento.

Rafael Máñez es director del Programa de Xenotrasplante del hospital Juan Canalejo (A Coruña) y miembro de los Grupos de Trabajo sobre Xenotrasplante del Consejo de Europa y de la OCDE/OMS.

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