Neutralidad ideológica
Simpático y hábil, el director iraní Babak Payami, de 35 años, intentó defender ayer el carácter progresista de su película, El voto es secreto. 'Mi historia es una metáfora sobre la necesidad que tienen las instituciones y los pueblos de dialogar entre sí, de hablarse, de colaborar'. Al parecer, poco importa si los poderes en el Gobierno son dictatoriales y de dudoso pedigrí democrático, como es el caso de Irán. Para Payami, lo importante es la participación. 'Los ciudadanos no pueden creer que basta con depositar una papeleta en la urna. Su participación debe ser más intensa. Tampoco los políticos deben creer que el triunfo electoral es una papeleta en blanco para hacer lo que les dé la gana'.
La película de Payami, acogida con nutridos aplausos en la proyección de prensa, tiene el ritmo lento y la belleza de imágenes que se está haciendo ya clásica entre los cineastas de este país. Irán, según Payami, es todavía una democracia joven que, no obstante, 'se está robusteciendo, aunque lentamente'. 'Creo que mi país está buscando su propio camino hacia un proyecto democrático. Pese a haber estado sometidos a mil culturas diferentes, a mil poderes distintos, hemos sido capaces de mantener nuestra integridad cultural'. Palabras que revelan también el talante patriótico que alienta todo el filme, dedicado, precisamente, a hacer propaganda del proceso electoral iraní.
'Las elecciones en Irán son un acontecimiento muy importante. En las presidenciales ha votado un 67% del electorado, en condiciones objetivamente mucho más difíciles que las que pueden darse en países europeos', añade Payami. Con razón, el director no ha tenido problemas de censura en Irán. En cuanto a la elección de un personaje femenino para protagonizar El voto es secreto, Payami asegura que es natural, en vista del espacio cada vez mayor que están obteniendo las mujeres en su país. Todo lo contrario de lo que dejaba traslucir otro filme iraní aclamado en Venecia el año pasado, El círculo. Película que se alzó con el León de Oro por sus valores artísticos pero también por su crudo retrato de la represión que sufren las mujeres en el Irán de los ayatolás, por muy en vías de democratización que esté el país.
La máxima atracción de la jornada fue ayer, sin embargo, Mira Sorvino, protagonista de El triunfo del amor, de Clare Peploe. Sorvino, de 32 años, llegó acompañada de su novio, Olivier Martínez, con el que reside en París. Alta, rubia y llamativa, la actriz, ganadora de un oscar por su interpretación en Poderosa Afrodita, de Woody Allen, proporcionó al Lido su ración cotidiana de estrellas, aunque en tono discreto. Sorvino reconoció los encantos de su personaje, pero aseguró que en la vida real no aprueba los manejos complicados de la protagonista, aunque el fin perseguido sea correcto. 'Conozco el dicho de que en el amor y en la guerra se permite todo', dijo la actriz, 'pero para mí no pasa de ser una frase'. Clare Peploe, esposa del director italiano Bernardo Bertolucci, que ha producido la película, elogió la interpretación de Sorvino, que en El triunfo del amor se disfraza de hombre para seducir a su enamorado.
Babelia
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