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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Seguridad hospitalaria

Con independencia del desenlace de la investigación abierta, que parece indicar la existencia de un fallo en el material sanitario, la muerte de seis personas en nueve días en la unidad de hemodiálisis de una clínica de Valencia, de otras cuatro en Madrid y otras dos sin confirmar oficialmente en Barcelona en fechas próximas y similares condiciones, revela importantes errores en los sistemas de control del sistema sanitario.

Que tres pacientes fallecieran el miércoles por la mañana en la clínica valenciana Virgen del Consuelo tras la sesión de hemodiálisis provocó la lógica alarma. Pero al investigar los motivos se supo que otros tres pacientes habían fallecido en similares circunstancias entre el 21 y el 27 de agosto. Teniendo en cuenta que en el resto del año el número de fallecidos había sido de cinco, es evidente que tres muertos en una semana es una cifra anormal, que debió haber suscitado, ya entonces, una investigación. Como mínimo, la autopsia de los fallecidos. Es posible que esa precaución hubiera evitado las otras tres muertes. Con más motivo si se hubiera conocido a tiempo que en Madrid -y quizá en Barcelona- había indicios también de un número de fallecimientos superior a lo nomal.

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En Valencia, los antecedentes son especialmente inquietantes. Desde 1998, la justicia trata de esclarecer el contagio masivo del virus de la hepatitis C, causado supuestamente por el anestesista Juan Maeso a más de 250 pacientes en tres clínicas y un hospital. La infección fue denunciada por los servicios médicos de Telefónica e Iberdrola tras realizar un chequeo médico a sus trabajadores en esa clínica. También es reciente el fallecimiento de seis personas por legionela en Alcoy a consecuencia de contagios producidos después de que la Consejería de Sanidad hubiese dado por erradicado el brote que había afectado a 150 personas.

Una cosa es evitar alarmas injustificadas de los pacientes y otra que no existan mecanismos que hagan saltar las alarmas cuando hay motivo. En España hay 19.000 enfermos de riñón que reciben tratamiento de hemodiálisis tres veces por semana. No sólo deben saber que las máquinas que realizan la depuración de la sangre funcionan correctamente, sino también que existe un sistema eficiente de detectar con suficiente rapidez eventuales fallos técnicos o humanos.

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