El ministro de Seguridad Interior defiende los 'asesinatos selectivos' para salvar vidas israelíes
'Es impensable que en España no se combata a ETA', afirma el 'halcón' Uzi Landau
El titular de Seguridad Interior, un duro entre duros, insistió una y otra vez, en un encuentro en el que participó EL PAÍS, en la necesidad de 'ley y orden', y dijo que su premisa fundamental es que 'en momentos de crisis, deben ser garantizados por el Gobierno de manera más definitiva que en cualquier otra época'.
Como decía hace poco el premiado periodista y comentarista israelí Najum Barnea, del diario independiente de centro Yediot Ajronot, Landau 'es un hombre recto... y peligroso; sus ideas están ampliamente representadas en el Gobierno de Sharon, sólo que la policía israelí está en sus manos'.
El ministro israelí se refirió a las libertades civiles y los derechos humanos, pero opinó que hay un 'delicado equilibrio' entre éstos y 'el derecho del individuo a su seguridad personal'. Y según Landau, 'el terrorismo en esta zona [implícitamente: el palestino] intenta desmoralizar a los ciudadanos de Israel, cambiar su vida cotidiana y plantar un miedo irracional en sus mentes y en sus corazones, entre otras cosas, con el propósito de que el Gobierno haga concesiones políticas'.
El mundo según el ministro responsable de la Policía es maniqueo, de buenos y malos, es decir, israelíes y palestinos, respectivamente. Landau señaló que desde que israelíes y palestinos firmaron, en septiembre de 1993, el primer Acuerdo de Oslo para negociar la paz -'un acuerdo que enseguida vi que era peligroso', dijo- 'terroristas palestinos mataron a más de 400 judíos dentro de Israel en atentados y por otros medios, lo que equivale en proporción a unos 4.000 en un país europeo medio'. El número de palestinos muertos por israelíes -en su mayoría soldados, pero no sólo- únicamente en los últimos 11 meses supera los 600.
En cuanto al líder palestino, Yasir Arafat, Landau dijo que 'da luz verde al terrorismo y, en lugar de luchar contra Hamás [el grupo integrista islámico que comete la mayor parte de los atentados, suicidas o no] y otros extremistas, sus 30.000 policías armados dirigen contra Israel los 60.000 fusiles que se les dio con ese fin'.
La consecuencia natural, para Landau, es defender a ultranza 'la política israelí de muertes selectivas' de palestinos [que superan las 60 en los 11 meses] 'para evitar riesgos mayores, porque el terrorista suicida es como un misil que hay que tratar de desactivar de su lanzamiento'. Y continuó la demonización asegurando que 'una de las pocas contribuciones de la lengua árabe es la palabra asesino, que viene de la raíz hachís (jashish, en el original, y de ahí jashishinos, por la milicia que combatía bajo los efectos de esa droga)'.
Landau puso como ejemplo a Estados Unidos, que ha bombardeado países como Libia, Irak, Afganistán ''como un medio de eliminar a individuos que constituyen una amenaza directa para los ciudadanos norteamericanos'. Y recordó que 'países europeos bombardearon barrios de Yugoslavia en los que vivía una población civil, así como hospitales o puentes'
El ministro declaró que no está de acuerdo con las ideas de su viceministro Guideón Ezra para luchar contra los autores de atentados suicidas, en general integristas palestinos. Ezra propuso, entre otras lindezas, matar a sus padres y otros familiares o enterrarlos envueltos en piel de cerdo para volverlos impuros, lo que incluso escandalizó al presidente de EEUU, George W. Bush, conocido partidario de la pena de muerte.
Pese a ello, el titular de Seguridad Interior matizó que en el Gobierno israelí 'hay dos escuelas': la del ministro de Asuntos Exteriores, el laborista Simón Peres, y la suya. O sea, 'la que sostiene que Arafat es un socio para la paz, y la que considera que el líder palestino puede luchar contra el terrorismo, pero no quiere'. Y como quien no quiere la cosa, Landau recordó al británico 'Chamberlain, quien opinaba que, si se le hacían concesiones a Hitler, se le podía neutralizar'. En definitiva, Landau explicó su concepción del mundo y justificó así su mano dura: 'En Oriente Próximo no hay clemencia para los débiles'.
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