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La crisis de Japón y la inseguridad causan un estancamiento del turismo en Barcelona

Los restauradores, descontentos con la campaña actual

Las agencias Kuoni y Gulliver Travel, especializadas en turismo asiático, destacan el descenso de las contrataciones efectuadas desde Tokio y otras ciudades -Taipei (Taiwan), Seúl (Corea) y las chinas Hong Kong y Shanghai- que en los últimos tiempos venían consagrándose como centros emisiores de turismo de calidad.

A criterio de Mar Ramírez, encargada de turismo asiático de Kuoni, 'los japoneses están dejando de visitar España'. 'Hasta ahora, los turistas japoneses venían utilizando Barcelona como la puerta de entrada a España y, al dejar de visitar la ciudad, eligen otros países como destino turístico'. La inseguridad ciudadana es la causa principal de esta tendencia: 'Muchos japoneses comparan Barcelona con Nápoles', manifiesta un guía de turistas asiáticos. El prestigioso periódico nipón Asahi Shimbun, de Tokio, publicó recientemente que España es un país en el que se roba con violencia a los turistas. 'La Rambla, el Barri Gòtic, la plaza de Catalunya, el paseo de Gràcia y el parque de Montjuïc son las zonas donde se registran más robos a japoneses', confirma el consulado de Tokio en Barcelona. 'La cifra de robos a turistas nipones se ha quintuplicado en los últimos tres años', señala un portavoz de la misma representación diplomática.

Frente a este dato, el consorcio municipal Turismo de Barcelona reconoce que existen síntomas de alarma en el sector, aunque asegura que los efectivos policiales 'se han incrementado en este mes de agosto'.

Dependa de la inseguridad o de causas económicas más generales, lo cierto es que muchos restaurantes de nivel medio confirman el descenso de consumidores. Uno de estos establecimientos, referencia entre los más conocidos del Puerto Olímpico, destaca que el número de clientes ha bajado este verano un 35% respecto al agosto del año pasado. Esta misma disminución ha sido experimentada por los restaurantes más frecuentados por los turistas que visitan a diario la Sagrada Familia.

El Ayuntamiento de Barcelona maneja cifras más optimistas y atribuye el estancamiento al nivel de saturación del mercado turístico. 'Es imposible crecer cuando se rozan el pleno empleo y la plena ocupación', señala el teniente de alcalde de Turismo, Jordi Portabella.

Las pernoctaciones en la ciudad se mantienen o bajan de manera imperceptible un 0,30% -a 15 de agosto-, gracias a que Barcelona ha incrementado su oferta hotelera en 5.000 camas en los últimos dos años. El Gremio de Hoteleros, que preside Jordi Clos -cadena Derby-, revela un nivel de ocupación del 86%, prácticamente idéntico al del año pasado. Pese a que no se ha incrementado la demanda, los precios hoteleros no bajan de 40.000 pesetas por noche en establecimientos de cinco estrellas debido a la presión del gremio, 'que actúa como un cartel de precios en la ciudad', señala una fuente oficial del municipio.

A lo largo de los primeros siete meses del año, en el puerto de Barcelona ha atracado el 7% más de embarcaciones de lujo que en el año 2000. La actividad de las compañías navieras que transportan básicamente turistas norteamericanos y canadienses está corrigiendo la caída de los servicios.En general, el turismo en la zona de la Barceloneta, el paseo de Colom y el Barri Gòtic ha cambiado. 'Esta misma noche han intentado ocho veces robar bolsos a personas que estaban en las mesas de la terraza', se queja José María Pérez, dueño del restaurante Ca La Lluïsa, en la Barceloneta. 'La situación no tiene precedentes y la gente se asusta. Lo peor es que roban con intimidación. Vas por esta calle y te atracan. Hasta que no se llevan el bolso no te dejan en paz'.

Los propietarios del restaurante Raimat, vecino del Ca La Lluïsa, tuvieron que colocar una alambrada alrededor de las mesas para proteger a sus clientes de los tirones de la calle. 'La clientela ha ido bajando en los últimos tres años, y creo que eso tiene que ver con el aumento de la delincuencia', opina David Ruiz, encargado del negocio. 'Sobre todo por la noche se nota que viene menos gente. Antes el público hacía cola. Ahora se va'.

'Es lógico', añade Juan Bosco, encargado del restaurante cercano La Mar Salada. 'Aquí hay 200 robos por día'. Felipe Pino, del bar Center Point, en el paseo de Colom, también ha visto una caída en la cantidad de clientes. 'Lo que ha bajado es la calidad del turista', asegura Carmen Montesinos, gerente del restaurante Portvell. 'Tal vez la cantidad es la misma, pero si antes venían seis y pedían seis parrilladas, ahora piden una paella para compartir entre tres. Es lo que llamo turismo de mochila'. 'Aquí nunca falta el turismo', explica Juan Carlos Martínez, del restaurante Estruch, ubicado frente a la catedral de Barcelona. 'Este año hay más italianos y franceses que ingleses, y eso marca una diferencia porque los italianos, por ejemplo, suelen gastar mucho menos'.

La oferta de turismo arquitectónico y cultural no ayuda demasiado. El parque Güell, uno de los destinos emblemáticos, sufrió hace unos días un acto vandálico -la rotura del dragón de la entrada- que evidenció la falta de seguridad en el recinto. Entre los museos de Barcelona, el más visitado, el Picasso, en la calle de Montcada, sufre los efectos de la masificación: 'El turismo de masas, de bajo nivel adquisitivo, cuestiona la sostenibilidad de nuestros museos en agosto', afirma un directivo de este sector.

'¿Ha intentado usted meterse en el Louvre con un guía aficionado que no hable francés? Ya le aseguro que le echan a patadas. Pues en el Picasso y la Fundación Miró la mayoría de los grupos que hacen cola van con supuestos guías que en realidad son estudiantes o inmigrantes que no hablan español'. La denuncia es de César Algora, miembro de la Asociación Profesional de Guías Turísticos, un colectivo que hace pocos días recibió de Xavier Civil, director general de Turismo de la Generalitat, la promesa de atajar el intrusismo profesional.

Las agencias de viajes especializadas en recorridos por la ciudad están inquietas. El autobús de Walking Tours, fletado por Turismo de Barcelona, 'ha rebajado la calidad del servicio y en cambio acapara la mayor parte de la demanda', señala un ejecutivo de Julià Tours. Esta última agencia y otras, como Pullman Tours, en sus recorridos por el centro histórico utilizan autobuses con monomandos en cada asiento en los que puede seguirse la explicación del guía en ocho idiomas. Pero los turistas prefieren el autobús descubierto de Turismo de Barcelona, que no tiene este servicio y sin embargo ha visto crecer su actividad un 8% respecto al año pasado.

JOAN GUERRERO

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