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Entrevista:MARÍA GALIANA | Actriz | LA ENTREVISTA DEL VERANO

'Aprender latín cultiva una barbaridad la inteligencia'

Nunca quiso ser actriz. A María Galiana le agradaba demasiado la comodidad de su hogar sevillano como para que le resultara tentador ir por la vida zarandeándose al compás de la farándula. Cuando terminó sus estudios, en 1959, el cine era cosa de Aurora Bautista y cuatro folclóricas. Con la misma pasión que deposita ahora, a sus 66 años, en su nueva carrera cinematográfica abrazó de joven la enseñanza porque una cosa es que no le fascinase lo bohemio y otra que le tentase la vida doméstica. Los cuatro años, recién casada, que su horizonte vital se limitó a su hogar madrileño le horrorizaron. Pasado el cuatrienio que revive con odio, se estrenó en Ronda (Málaga) como profesora. La enseñanza le interesó hasta el extremo de participar activamente en la reforma educativa, pero los derroteros de la LOGSE le han provocado más sinsabores que gozos. En junio de 2000 se despidió de su instituto de Sevilla casi con alivio, después de haber asombrado por Solas, para volcarse en una carrera que comenzó en 1988.

Hace dos años pidió seis semanas de permiso en el instituto de Sevilla, donde impartía Historia del Arte, para recrear a una madre aldeana, bondadosa y oprimida llamada Rosa en la película Solas. Fue tal el alarde dramático que desplegó Galiana que desde entonces lucha contra el encasillamiento.

Pregunta. ¿Ha logrado evitarlo?

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Respuesta. No quería eso de ninguna manera. En la última película estrenada soy una vieja alcohólica y pirómana, bastante singular. Tenía muchísimo interés en hacer cosas para que me satisficieran y demostrar que hay una actriz; que no es una señora buenísima que se pone delante de la cámara. No soy así ni me parezco en nada al personaje que me ha hecho más conocida.

P. ¿Qué relación tiene ahora con Rosa [su papel en Solas]?

R. Es un personaje que conozco muy bien, pero ya ha llovido sobre él. No quiero ser petulante, pero cuando uno hace una creación comienza a pensar en otras cosas. Ahora la película tiene un éxito extraordinario en Londres, son retazos que agradan mucho, pero hace dos años que se estrenó la peli, creo que ya es historia.

P. ¿Y se puede convertir en historia cargante?

R. Pudiera ser. Me estoy ocupando de que no sea, de no quedarme para siempre como mi amigo Vicente Parra que fue Alfonso XII casi hasta que se murió. Procuro huir del... en andaluz se le llama recocleo, que es la búsqueda de la adulación por parte de los demás y recrearse en sí mismo. Lo verdadero es cuando mis hijos, que tienen sobre 30, preguntan si viven o se han muerto los actores de una película. No los antiguos, como Cary Grant o Grace Kelly, pero les digo que John Travolta era el de Fiebre del sábado noche y me preguntan qué era. No quisiera quedarme, como no ha querido Travolta, en Fiebre del sábado noche, además de que tengo muy poco tiempo por delante porque soy muy mayor.

P. ¿Ha logrado eludir los papeles de chacha y dueña de burdel que temía?

R. Todavía no he hecho.. verás tengo una penilla. En mi primera película tenía 54 años y la sensación de mucho tiempo por delante. Poco a poco ha ido pasando el tiempo y mi penilla es que el papel bueno de madre ha sido el de Solas, pero ya me están llamando muchísimo para abuela. Como no me salga ahora un papel bueno de solterona vieja, de mujer difícil, ya poquitos.. nunca he tenido un papel como el de Amparo Rivelles en La Regenta.

P. ¿ El cine es más machista que la sociedad?

R. Todavía hay muy pocos buenos papeles secundarios femeninos. Se podría hacer un estudio, pero abundan más los abuelos en películas y series. Casi siempre en los guiones, inconscientemente, raro es que haya una señora en papeles secundarios como no sea chacha o dueña de burdel.

P. ¿En las aulas apreció más cambios?

R. En las aulas hay una igualdad tremenda, se ha progresado bastante, otra cosa es que los chicos lleguen a sus casas y no compartan y utilicen el pronombre te, que es el de los hombres. Compartir es una cosa preciosa pero no todos están dispuestos. Durante muchos años las mujeres han renunciado a lo que les apetecía profesionalmente para convertirse en amas de casa porque han preferido que funcionase la estabilidad familiar. La pérdida de privilegios de los hombres trae consigo cosas terribles, como los malos tratos en la gente inculta. Los derechos de la mujer no se tienen en cuenta como se debería.

P. ¿Qué le proporciona el cine que no le diera la enseñanza?

R. Ahora la sensación extraordinaria de no estar jubilada. La enseñanza me ha satisfecho toda la vida. Nunca quise ser actriz, mi formación familiar e intelectual no me inclinaba hacia el teatro. Nunca pensé en dedicarme al teatro, irme de mi casa; vivir la vida de los cómicos no me gustaba. Yo era muy tranquila, seguramente muy burguesa, me apetecía la confortabilidad, no tenía nada de bohemia. Me dediqué a la enseñanza porque era mi pasión.

P. Fue vocacional, pero al final pareció frustrarle.

R. Cierto. He tenido siempre muchísimas ganas de innovación porque me ha gustado no anquilosarme, incluso me metí de cabeza en la famosa LOGSE porque sabía que el sistema antiguo no tenía vigencia. La juventud había cambiado, no le interesaba aprender, le interesaba aprobar, el pensamiento abstracto se había perdido. Es muy dificil convencer a la gente de que aprender latín cultiva una barbaridad la inteligencia y produce una capacidad de análisis extraordinaria. Es imposible. La cultura hoy es otra cosa, no es humanística.

P. Debía ser descorazonador que sus alumnos sólo viesen películas como La guerra de las galaxias.

R. En mi instituto [en la periferia] los alumnos vivían fuera de la información. Su ocio es irse a un centro comercial a ver escaparates porque no tienen poder adquisitivo para comprar y, como algo excepcional, si tenían mil pesetas, tenían la opción de una litrona o meterse en el cine a ver una película para distraerse, nada para pensar.

María Galiana, en el parque de María Luisa, en Sevilla.
María Galiana, en el parque de María Luisa, en Sevilla.PABLO JULIÁ

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