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Reportaje:Estampas y postales

Escape de humos

Miquel Alberola

Las chimeneas industriales son una especie arquitectónica protegida, a lo que sin duda ha contribuido que su derribo planteara demasiadas complicaciones. Por su emplazamiento en núcleos urbanos y su extraordinaria altura no admite la voladura con cartuchos de dinamita, ya que, por una parte, existe el riesgo de convertir en metralla parte de las briquetas, y, por la otra, no hay garantías de que la caída del imponente cañón se produzca hacia el lado deseado. Antes de su protección tan sólo se permitía su demolición ladrillo a ladrillo, para lo que había que rodearla con un andamio, situar a un albañil en su cúspide y, con pulso de cirujano, que procediera a arrancar con la piqueta pieza a pieza. En este caso, ni la operación era rentable en función de la superficie que ocupaba, ni la seguridad del operario quedaba suficientemente avalada.

Ante esta cadena de dificultades y su incontrovertible valor arquitectónico, la mejor solución que encontró la Administración fue aliarse con ellas. Hoy estos tubos de barro cocido forman parte de la ornamentación de los parques y las áreas de ocio, o simplemente han quedado aislados como campanarios fabriles, forzando a menudo un espacio verde para subrayar su respeto y ser correspondidos con la entidad urbanística que merecen. La silueta de las ciudades está plagada de estas chimeneas, cuyo objeto ya no es otro que plantear un entretenimiento vertical al vecindario y asombrar a los niños, quienes las incorporan a los paisajes y argumentos de su imaginación. Y en algunos casos, como memoria de la actividad que canalizaron, aún tratan de competir de modo sordo con las arquitecturas que prosperan a su lado, como estas dos chimeneas de la prolongación de la Alameda de Valencia, que pretenden desafiar al edificio de aterrazados proyectado por los arquitectos Roig y Nebot.

Éste fue el símbolo de la industrialización, y la prueba de que la máquina se había situado por delante del hombre. Empezó a aparecer a mediados del siglo XIX, a partir del momento en que la energía de la máquina de vapor se aplicó a la industria. Los molinos de agua, que propiciaron las primeras industrias, habían pasado a la historia y la nueva energía imponía una chimenea para canalizar una corriente de aire que contribuyera a la combustión. Por su resistencia al calor y su carácter aislante, el ladrillo cocido fue el material preferido para su construcción, y pese que en su origen fueron cuadradas o rectangulares, con una progresión piramidal, pronto adoptaron la forma cónica debido a que ofrecía mayor resistencia al viento. Su altura era el resultado de la operación efectuada entre la corriente de aire caliente que debía evacuar y la influencia del aire frío de la atmósfera, y su diferencia de diámetro entre la base y la corona no tenía otro propósito que mantener un flujo ascendente para vencer la corriente de aire frío.

Sin embargo, la generalización de la energía eléctrica las dejó obsoletas cuando ya habían adquirido tanta importancia que se construían separadas de la fábrica, con cimientos propios, y habían desarrollado incluso una variedad de tipologías muy amena. En la actualidad, a pesar de que algunas industrias mantienen la evacuación de humos o vapores en sus procesos productivos, la tecnología ya ha sustituido los materiales y la arquitectura de las chimeneas. Hasta entonces el humo había sido un indicio de progreso en la sociedad, pero ahora es un signo tercermundista.

Dos chimeneas industriales incorporadas a las zonas verdes de la prolongación de la Alameda de Valencia.
Dos chimeneas industriales incorporadas a las zonas verdes de la prolongación de la Alameda de Valencia.JESÚS CÍSCAR
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Sobre la firma

Miquel Alberola
Forma parte de la redacción de EL PAÍS desde 1995, en la que, entre otros cometidos, ha sido corresponsal en el Congreso de los Diputados, el Senado y la Casa del Rey en los años de congestión institucional y moción de censura. Fue delegado del periódico en la Comunidad Valenciana y, antes, subdirector del semanario El Temps.

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