La fiscalía reclama desde hace años plazas para menores enfermos mentales
El fiscal de Menores de Madrid, Félix Pantoja, lleva varios años reclamando centros para menores con determinados problemas de salud mental que, por la agresividad que generan, convierten la convivencia familiar en un infierno. Pantoja considera que estos chavales, si no son tratados a tiempo, pueden acabar en la delincuencia. Algunos de estos muchachos viven con sus padres, y otros, en centros de menores desamparados de la Comunidad.
Lo que Pantoja reclama son medidas de apoyo para evitar que estos chavales crucen la raya y cometan algún delito. Entre esas medidas incluye los internados, siempre que el problema no pueda resolverse con atención ambulatoria. Estos muchachos son atendidos en los centros de salud mental, pero la fiscalía considera que en algunos casos es necesario un control más exhaustivo.
Tras las primeras quejas de la fiscalía, el Instituto Madrileño del Menor y la Familia (IMMF) concertó, hace ya tres años, con la Fundación Diagrama 36 plazas para menores tutelados con trastornos de conducta; esas plazas han sido clausuradas este año por el Gobierno regional tras una denuncia de presuntos malos tratos en uno de los centros.
La Comunidad abrió el año pasado la primera unidad de psiquiatría infantil en el hospital Gregorio Marañón, con 20 plazas. Posteriormente, el hospital del Niño Jesús ha ampliado también su unidad de anorexia, convirtiéndola en una unidad de psiquiatría infantil. Pero ambos servicios son para atender crisis agudas, con estancias de unos veinte días.
La madre de Ferrol
Los problemas de las familias con hijos pequeños aquejados de graves trastornos psiquiátricos saltaron a la opinión pública con especial intensidad en marzo de 2000. En esa fecha, María Casal, de 50 años, vecina de Narón, cerca de Ferrol (A Coruña), se suicidó arrojándose al mar tras matar de dos cuchilladas en el cuello a su hijo Oliver, de 17 años, que padecía trastornos esquizofrénicos. Días antes, Casal había acudido a diversas ONG, instituciones y medios de comunicación pidiendo soluciones para su hijo, con quien la convivencia era muy difícil por sus arrebatos violentos.
La Asociación Galega Dédalo reclamó, al hilo de lo ocurrido, la apertura de centros específicos para chavales que, como le sucedía a Oliver, muestran hiperactividad y actitudes agresivas derivadas de sus graves problemas mentales. Sin embargo, la Consejería gallega de Sanidad replicó que un paciente psiquiátrico no tiene por qué estar recluido, aseguró que el chico había mejorado mucho con el tratamiento en un centro de día y matizó que la madre, aquejada de problemas psíquicos, tenía un vínculo patológico con su hijo.
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