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Reportaje:

El legado del cáñamo

La reconversión industrial ha convertido a Callosa de Segura en líder de la producción de redes

Tras una portería de cualquier campo de fútbol, en la red que cubre un edificio en París o Madrid, o en la que usa un pequeño pesquero andaluz en los atlánticos caladeros de Mauritania, podemos encontrar el fruto de la industria de Callosa de Segura, (Vega Baja), que se ha convertido en el primer productor nacional de redes y cuerdas. Esta industria tiene un origen curioso y medieval: el cultivo del cáñamo y su conversión en cuerdas.

La localidad se encuentra ubicada en la huerta del río Segura, y en la conciencia colectiva de sus 15.000 habitantes se conoce bien lo que supuso el cáñamo en su historia hasta su desaparición a partir de 1960 para sustituirlo por las fibras sintéticas. Hasta ese momento, en grandes extensiones de la huerta en torno a esta localidad y en la vecina Redován se cultivaba el cáñamo y se desarrollaba una boyante industria desde su recolección para convertirlo en todo tipo de cuerdas, alpargatas y redes. Los mayores recuerdan con agrado aquellos trabajos y también sus efectos perniciosos, la cannabinosis, una enfermedad pulmonar producida por las partículas de la planta que redujo a cuarenta años la media de vida de los trabajadores afectados. El cáñamo dejó de cultivarse, pero la actividad industrial se mantuvo.

De aquellas glorias y penurias, y ya con las fibras sintéticas desde hace cuatro décadas, Callosa de Segura reconvirtió su industria a los nuevos tiempos, y hoy día es la primera productora nacional de cuerdas, redes de pesca, redes deportivas o redes de seguridad para la construcción, entre otros derivados. Los pescadores españoles y de otros países, incluído Marruecos, son clientes fieles de las industrias callosinas, donde enormes telares no dejan de alumbrar miles de metros cuadrados de redes, bien para ellos o bien para la construcción, donde la normativa que obliga a colocar redes de seguridad en los edificios en obras ha supuesto en la última década un importante producto para el sector. Cientos de callosinos se ocupan en unas cincuenta empresas en mantener el listón, desde una mayoría de tipo familiar hasta algunas industrias muy importantes cuya continua modernización y sus enormes instalaciones afianzan el liderazgo de la ciudad. Desde alargados hornos de decenas de metros para dar consistencia las redes plásticas recién trenzadas hasta grandes telares y trenzadoras, los camiones hacia todo el mundo no dejan de salir de las empresas punteras por medio de una amplia red de comercialización que extiende sus tentáculos en torno a las mil facetas de la cordelería y sus derivados.

De los orígenes de esta industria Callosa de Segura conserva su Museo del Cáñamo, donde se explica, y muestra, cómo era el cultivo y la manufacturación de esa planta, mostrando utensilios reales como la agramadora o gramaera donde se trituraba para dejar sólo sus largas fibras útiles, el espadador para sacudirlas, el ratrillo para la limpieza final, la mena o rueda de hilado y otros elementos como las alpargateras o las sogueras, que lograban el producto final. Cada 14 de agosto, desde hace quince años, se hace en Callosa una exhibición nacional con todos los utensilios del cáñamo, donde los vecinos más veteranos participan durante todo el día recordando aquellos años huertanos.

Un operario controla que el proceso de elaboración de las redes sea el correcto.
Un operario controla que el proceso de elaboración de las redes sea el correcto.PEP GARCÍA
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