'¡Más hielo, señora!'
Salimos a dar un paseo al atardecer por las maravillosas calles (en obras) de Madrid, un día de agosto, y con tan mala fortuna que mi marido tropezó con una loseta un poco prominente en el asfalto y se cayó de bruces en la acera. Se golpeó un poco la barbilla y un labio. Pero, como toma un medicamento (anticoagulante) para el corazón, cualquier golpe le produce hematomas muy escandalosos. Al día siguiente fuimos a urgencias del ambulatorio de San Blas, le hicieron radiografías y no se observó nada roto. Fuimos ese mismo día a su cardiólogo (porque ya teníamos una cita con él desde hacía cuatro meses) y le dijo que todo iba bien, que volviera dentro de un año; yo le pregunté cómo se solucionaba el hematoma en la cara, y me dijo que con hielo. Le respondí que ya le había puesto, y contestó: 'Pues ¡más hielo, señora!'
Dos días después tenía que ingresarle en urgencias en el hospital Ramón y Cajal. Tuvieron que operarle los neurocirujanos a vida o muerte, porque ese hematoma originó un hematoma cerebral. Quiero resaltar la importancia de los buenos profesionales en la sanidad pública en ese hospital, un sábado 4 de agosto, y agradecer la diligencia y profesionalidad de los neurocirujanos doctora Martínez y doctor Poveda, además de los buenos oficios y paciencia de la psicóloga doña María José, quien, con su buen hacer, supo aliviar mi soledad e indignación. Ahora sólo queda que la lucha por la vida dé su fruto y todo salga bien.