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Gore reaparece sin aclarar su futuro

Enric González

El mayor enigma de la política estadounidense se llama Al Gore. El ex vicepresidente obtuvo más votos que George W. Bush en las elecciones presidenciales y sólo perdió por decisión apretada (5-4) en el Tribunal Supremo; la suya no fue, en principio, una derrota descalificante. Pero Gore desapareció en enero y nadie sabe, por ahora, cuáles son sus planes para el futuro. El enigma reapareció el sábado, cubierto por la barba que se dejó crecer durante sus vacaciones en España, en un acto celebrado en Nashville (Tennessee), su cuartel general, para hablar a una audiencia juvenil sobre la necesidad de implicarse en política. Mantuvo en secreto, sin embargo, si él seguirá implicándose y si volverá a ser candidato en 2004.

Al Gore no lo tiene fácil. Muchos de los dirigentes demócratas le culpan personalmente de la derrota, por haberse distanciado de los éxitos económicos de Bill Clinton y por su suficiencia en los debates ante un rival como Bush, de talla mediana tirando a pequeña. No está en el Congreso, carece de influencia directa sobre el partido y, además, se sabe que su esposa, Tipper, aborrece la idea de una nueva campaña electoral. En una reciente encuesta realizada entre votantes demócratas, Bill Clinton seguía siendo considerado la personalidad más influyente en el partido, muy por encima de Gore. Pero en la misma encuesta se le situaba como el mejor candidato para 2004, en comparación con posibles aspirantes como los senadores Hillary Clinton (en segunda posición) y Joe Lieberman (tercero.)

Un dato revelador, obtenido en otro sondeo entre votantes de todas las tendencias, era que el empate del pasado noviembre se mantenía inamovible: preguntados sobre a quién votarían dentro de cuatro años si las opciones volvieran a ser Bush y Gore, un 48% dijo que al primero, y otro 48%, que al segundo; el resto se abstuvo.

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