_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Calentones y patatas fritas

No estar de vacaciones cuando todo el mundo lo está significa encontrarse del lado bueno de la patata frita. Quiero decir que ayuda a llenar la bolsa, porque si el patatero de la playa se pasara al otro lado de la patata haría falta un tercer patatero -seguramente de patera- para que tumbarse al sol fuera lo que siempre fue, un engorro con patatas fritas. Pues bien, con los políticos pasa lo mismo. Si todos se marcharan de verdad de vacaciones, ¿quién iba a dar la matraca? Por eso se ha instituido la figura farmacéutica del político de guardia, que resulta la mar -observen la veraniega y refrescante metáfora que me ha salido- de rentable porque pilla al contrario untándose el bronceador ya que la jugada consiste en dejar a los propios más agresivos de guardia mientras el adversario tiene a sus figuras más prontas enseñando por ahí las pelarras.

Así se entiende que Egibar haya salido de su letargo invernal hilando una bonita frase que podría hacer la competencia a cualquier canción del verano cuando acusa a Madrid de 'policializar a toda costa el debate, el ambiente y los discursos en Euskadi', porque no me negarán que ése a toda costa y ese ambiente parecen ajustarse como de molde a una situación de veraneo más que al espejismo de conflicto que el portavoz de guardia lleva metido en la cabeza como una insolación. Aunque los enemigos que últimamente se ha echado no le van a la zaga, porque ahí tienen a Barrena que, como si fuera un King Africa -¡La bomba!- en plan norteño, se permite vituperar al combo de Egibar por 'hacer el coro a las propuestas de Madrid'. Sin embargo, hay que agradecerle que tenga un recuerdo para los ertzainas quemados criminalmente en Portugalete, si bien se le reconocería que no lo hiciera acudiendo al habitual sonsonete de reducirlos a síntomas, porque cuando las personas se tratan como síntomas nunca falta el tratamiento tendente a suprimirlos.

Claro que, eso de no coger vacaciones se acaba pagando. Y muy caro. Yo no sé si Arzalluz lleva siempre txapela cuando pasea por en medio del conflicto o es que no pasea y resulta que lleva un estrés de miedo, lo cierto es que no haberse cogido vacaciones le está abrasando la sesera. ¿Cómo se entiende, si no, que haya podido sostener que ETA sea un invento de los servicios secretos norteamericanos? Pues lo dijo en una de esas entrevistas que le gusta conceder a la prensa lejana para mejor desmelenarse: 'Los americanos decretaron que el peligro era Stalin. Fue entonces cuando los servicios norteamericanos y los vascos que trabajaban para ellos decidieron romper el partido y los sindicatos vascos. De ahí nuestra convicción de que ETA surgió de la acción de los servicios de inteligencia vascos que trabajaban para EE UU'.

Si el peligro durante la guerra fría era Stalin parece lógico que la TIA tratara de desmantelar un partido y unos sindicatos democristianos que representaban un gran peligro no se sabe para quién lanzándoles encima una organización armada de corte leninista -hubo un tiempo en que Arzalluz la tenía por tal- creada ex profeso. ¿No será que puestos a reescribir la historia resulte más conveniente revisar un incómodo capítulo que hasta ahora decía que ETA nació del nacionalismo y de la atracción por la experiencia argelina y demás movimientos de liberación nacional? Claro que, con declarar ex cátedra que ha sido Madrid quien se ha inventado dicha explicación y silenciar el trabajo de todos los historiadores que se han ocupado del tema y la tienen por buena basta para contentar a quienes Arzalluz quiere que no piensen ni siquiera lo justo por su cuenta en un diáfano ejercicio de honestidad intelectual, pero ya se sabe a dónde se echa la mano Arzalluz cuando oye la palabra intelectual.

A partir de ahora, seguro que los antropólogos que recorran el país se encuentran con relatos que hablan de unos chicos rubios mascando chicle que visitaban los caseríos alentando a liberar la patria con ayuda de las armas. Hasta algún temprano militante revisará sus recuerdos y hallará en ellos dólares y misteriosos contactos con los marines. A este paso va a resultar que la bomba atómica de Palomares era un envío para los yanki-gudaris de ETA que se extravió por el camino. Como algunos.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_