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Columna
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A modernizar

Manuel Chaves ha tenido todo un detalle dejando transcurrir una tregua estival antes de comenzar la segunda modernización. Estas cosas es mejor pensárselas bajo una higuera y a la vera de un botijo. Chaves ha llamado a la movilización y está la ciudadanía desatada, robándole horas a la siesta o a la retransmisión del Tour, pensando qué puede aportar al proceso que se anuncia.

Como diría un político cursi, es algo 'ilusionante'. Esto de pensar entre todos qué se puede esperar de la segunda modernización es tan ilusionante como escribir la carta a los Reyes Magos. Hay algunos que se han dado prisa, como el inquilino de los lunes de esta columna, Antonio Orejudo, que nada más ver a Chaves en la tele anunciando la buena nueva, se arrancó a pedir a ver si era posible que al meter la fibra óptica en su barrio aprovechasen para construir la red de saneamiento.

Yo no sé muy bien qué pedir. En mi barrio ya tenemos saneamiento: lo hemos pagado a escote los vecinos porque nos daba reparo que nos fueran a echar por guarros de la Unión Europea. En estos casos no conviene reivindicar quimeras: Chaves será un gran líder pero no es San Pancracio, qué le vamos a hacer. Por eso, no incluyo en mi pedido la autopista Jerez-Los Barrios, que ya debía de estar construida pero que, sin duda, Chaves se reserva para la tercera o la cuarta modernización. Tampoco hay que agobiarse.

Después de mucho darle vueltas, y como me puede la curiosidad, he decidido pedir más transparencia en las estadísticas. No es que aquí falten estadísticas: basta echar una tarde en la web del IEA para convertirse en un virtuoso del Trivial. Puedes conocer desde el número de pantallas de cine que hay en cada pueblo, hasta la potencia instalada en el alumbrado público.

Pero no todo es así. La pasada primavera, Lourdes Lucio y Diego Narváez revelaban en estas páginas que es imposible conocer las inversiones de la Junta en cada provincia. Total: para qué calentarnos con los agravios; no hay nada que consuele más que la ignorancia.

Quizá por la misma razón no hay manera de averiguar a cuánto sale cada empleo creado, de verdad, gracias a los pactos de empleo entre la Junta, sindicatos y patronal. Los efectos de estos planes sólo se conocen excepcionalmente, cuando alguien se cabrea y se lo cuenta a los periódicos, o cuando a algún periodista se le ocurre indagar. Así, recientemente, Diario de Cádiz informaba de cómo había acabado el plan de formación anexo a las obras de soterramiento de las vías de Renfe. Se destinaron al asunto más de 58 millones. Debían de participar 90 jóvenes; sólo participaron 79; a las prácticas llegaron 55, y ninguno las hizo en el soterramiento. Posiblemente, la falta de estadísticas ciertas sobre los planes de empleo sirve para ahorrarnos disgustos. ¿No sería más razonable destinar los 800.000 millones de los últimos pactos a inversiones públicas, que es una fórmula segura de creación de empleo? Así, ya se habría acabado la Jerez-Los Barrios y la A-92 llegaría a Almería.

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Pero no hay que agobiarse. Mientras tengamos a Chaves, tendremos planes de modernización.

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