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Reportaje:

Aranjuez, más allá del palacio y los Reales Sitios

El Ayuntamiento ribereño propone un paseo por jardines, edificios históricos y el nuevo museo de la plaza de toros

Nada más llegar a la villa de Aranjuez se divisa a lo lejos una cúpula, que se mezcla entre las nubes y las copas de cientos de árboles. Es el Palacio Real, que, junto con los jardines del Real Sitio, es uno de los mayores atractivos de este municipio, ubicado al sur de la región, en la ribera del Tajo. A mediados del siglo XVI, Felipe II decidió construir una casa de descanso a 47 kilómetros de la capital, entre los ríos Tajo y Jarama, que hoy, cuatro siglos después, atrae a cerca de 500.000 visitantes cada año, según datos de la Concejalía de Turismo.

Al entrar al palacio, dos carruajes que reciben a los visitantes ya comienzan a transportarlos a otra época, una inmersión que continúa con un paseo por los salones de la reina y el rey. Ahí pueden admirarse pinturas de Lucas Jordán, Vicente López y Esquivel; decenas de relojes, lámparas, tapetes, cuadros y muebles de la época de Isabel II, de los que resaltan su riqueza y colorido. Las habitaciones más íntimas del rey están cerradas, por el momento, por lo que los visitantes no pueden conocer su dormitorio o su despacho.

Una de las piezas más famosas de este Real Sitio es la Saleta de Porcelana, de estilo rococó y chinesco. Frutas, plantas, animales y figuras humanas decoran cada milímetro de las paredes y el techo. La luz que entra por los dos balcones se refleja en varios espejos, intentando dar un poco de amplitud al sitio, que, a pesar de lo recargado, no resulta agobiante a la vista. La gente mira sorprendida cada detalle, especialmente la lámpara que imita a una palmera arrancada de raíz.

Del mundo oriental al árabe, otro de los atractivos es el Salón de Fumar, inspirado en la habitación de las Dos Hermanas de la Alhambra granadina.

Afuera, los jardines del Parterre, de la Isla y del Príncipe invitan a continuar el tradicional recorrido por esta ciudad, candidata a ser declarada como Paisaje Cultural de la Humanidad. Unos niños corren entre los árboles, otros se entretienen observando a los patos que se refrescan en el agua.

Cuando el sol brilla con intensidad, y el calor es fuerte, los turistas se refugian bajo la sombra de los árboles, tumbados en la hierba, donde el fresco permite contemplar el inacabable color verde de los jardines. O recorren con parsimonia el Museo de las Falúas y la Casa del Labrador.

Algunos aprovechan para almorzar ahí, pero también hay terrazas, que con sus múltiples sombrillas ofrecen otra opción para probar la comida típica: faisán, espárragos, y de postre, fresones con nata.

Pero Aranjuez es más que estos Reales Sitios, asegura el concejal de Turismo, José Luis Menéndez. Hace tres años, el Ministerio de Economía y Hacienda, la Consejería de Economía y Empleo de la Comunidad de Madrid y el Ayuntamiento ribereño firmaron el Plan de Dinamización Turística, que destinó 450 millones de pesetas a la promoción del municipio. En diciembre concluirá este programa dedicado a Aranjuez, población inmortalizada en el concierto del músico Joaquín Rodrigo. El Ayuntamiento, además, ha restaurado el centro de turismo náutico -donde se puede acudir a practicar el piragüismo- y ha recuperado un paseo junto al río Tajo. En marzo pasado se aprobó un proyecto entre la Consejería de Obras Públicas y el municipio para invertir 832 millones de pesetas en la remodelación del entorno del palacio y la plaza de las Parejas, llamada así por los juegos de caballería que se organizaban en ese lugar.

Imposible perderse

El objetivo, afirma el concejal de Turismo, es acercar a los visitantes al casco histórico, diseñado en 1747. 'Un detalle particular de Aranjuez es que el municipio fue trazado primero en papel y luego lo construyeron', comentan en la oficina de turismo. Las manzanas son todas cuadradas, 'y nadie puede perderse por las calles', agregan. La Fuente de la Mariblanca, el Jardín de Isabel II, el Mercado de Abastos, del siglo XIX, la Casa de Empleados -actual Ayuntamiento-, el Palacio de Medinaceli y la Real Iglesia de San Antonio son algunos de los edificios que la gente podrá encontrar si se adentra por las calles del casco histórico.

Casi en los límites del centro, a unos diez minutos a pie desde el Palacio Real, está la plaza de toros, construida en 1797 por Carlos IV. Ahí se encuentra el museo Aranjuez, una gran fiesta, que abrió sus puertas en febrero pasado. En el museo se engloban las dos actividades lúdicas que caracterizan al municipio: las corridas y las fiestas populares.

Con un fuerte apoyo audiovisual, en Aranjuez, una gran fiesta se puede conocer el ambiente de la plaza y observar, a través de una pantalla, el ritual que sigue el torero para ponerse su traje de luces o entrar en la capilla donde reza antes de salir al ruedo. También se pueden ver los chiqueros en los que permanecen los astados antes de la corrida, la preparación de los animales, y finalmente, cómo los toros pisan la arena. La segunda parte de la visita es una representación de las fiestas del municipio desde los tiempos de la corte hasta hoy. El recorrido termina con un paseo ficticio por las Ferias del Motín, que se celebrarán los días 7 y 8 de septiembre. En ellas los habitantes rememoran el motín de 1808, que culminó con la subida al trono de Fernando VII.

Para finales de año, el turista podrá subir a las alturas para ver la ciudad desde un globo, y unos meses después, una embarcación ofrecerá paseos por el río Tajo.

Jardines del Real Sitio de Aranjuez.
Jardines del Real Sitio de Aranjuez.MIGUEL GENER

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