Basura proletaria
La alcaldesa en funciones sopesa la basura. El concejal de turno cuenta los millones en limpieza. El alcalde lejano, entre otros algarrobos y algunos alcornoques de sus vacaciones, los incita: él dio el ejemplo cuando pesó y contó un día la basura que dejaron atrás los comunistas en su fiesta de la Casa de Campo. Sucios proletarios. Ahora cierra el Retiro: que no entre gente grosera, que no haya pecadores. No sé ya quién lo dijo, pero fue uno de los suyos, un antiguo de verdad, no un retrógrado: 'Todo lo que pasa de noche es pecado'. Que no pase en el viejo recreo de los Borbones; ni en su coto de caza, en la Casa de Campo. Un primero de mayo me llevaron mis padres a verla: el de 1931. En aquel día se entregó al pueblo, cuando la República era pequeñita -ni siquiera un mes- y la gente iba con su tortilla de patatas -el invento más brillante de España, junto con el botijo- y su tinto de la tierra. El populacho, decían. Nosotros éramos burgueses, pero muy aficionados. Cuando salimos, crujía el puentecillo; y la cuesta de San Vicente era un hervidero de gente que cantaba. Luego fueron los 'chíbiris' -del estribillo de sus canciones: ahora, en la zarzuela, en La tabernera del puerto, se puede escuchar una 'canción chíbiri' de Sorozábal; que también fue rojillo-; iban los domingos, volvían al atardecer. Un día, al pie de mi casa, una adolescente chíbiri se separó de sus compañeros y los falangistas la mataron a tiros: se dijo en las Cortes que habían sido Sainz de Heredia y Pilar Primo de Rivera. Pero llegó la guerra y se olvidó. Más vale.
El populacho, la plebe: los de Sintel han dejado en la Castellana 700 toneladas de basura: llegarán a mil, dice alguien del Ayuntamiento. 'Indignación de los vecinos', dice Abc. Dejarlo todo como estaba cuesta 50 millones de pesetas. Un desastre municipal. El alcalde gasta con placer en la estatua de la Almudena y en iluminarla bien, en la del Papa, por aquellos andurriales. Es un gusto suyo.
Pero no es un gusto suyo el campamento de Sintel: lo odió desde el primer día, pero no le dieron fuerza para arrasarlo. No tiene él nada que ver con las 11 nóminas debidas a los proletarios, ni debe tenerlo con Mas Canosa, el cubano de Miami que se las comió: en todo caso, amistad para el hombre que tanto dinero dio para su partido -los 50 millones de pesetas que dejan ahora en pequeña basura sus proletarios son una miseria- a cambio del anticastrismo. Dinero tonto, porque eso se da gratis.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.
Archivado En
Últimas noticias
Al menos 13 muertos al descarrilar el Tren Interoceánico en Oaxaca
El nacionalista Albin Kurti, actual primer ministro de Kosovo, gana las elecciones con holgura
Al menos 13 muertos al descarrilar el Tren Interoceánico en Oaxaca
Kyrgios gana la falsa batalla de los sexos del tenis a Sabalenka en Dubái
Lo más visto
- Europa entra en estado de alerta ante la embestida estratégica de Trump
- ¿Qué pasa si uno solo de los ganadores del Gordo de Villamanín decide denunciar?
- Los grandes derrotados del Gordo de Navidad de Villamanín, 15 jóvenes de entre 18 y 25 años: “Hoy hemos perdido amigos”
- La larga sombra del hijo único: China paga con una crisis demográfica su mayor experimento social
- El giro del PP con Vox: de prometer no gobernar con la extrema derecha a normalizarlo tras el resultado en Extremadura




























































