Reporteros en patín

Patxi Pardiñas Sáez y su patín se hicieron inseparables cuando este joven de Basauri tenía 13 años. Aunque nunca destacó como un skater excepcional, el patinaje sobre asfalto llenó su adolescencia: se dejó seducir por el atuendo desenfadado de los deportistas americanos y se rodeó de un grupo de amigos con quienes intercambiar trucos en la pista. Tras abandonar el instituto, cayó en la cuenta de que en España no había una revista dedicada por entero a este deporte y, aunque no disponía de recursos económicos ni técnicos, decidió fundarla. Así nació, hace cuatro años, Doogway skate magazine, una publicación bimestral de difusión internacional sobre el skate dirigida por este joven de 25 años que da trabajo a seis personas. En la actualidad se vende también en cuatro países de Hispanoamérica.

Entre el número 18 que saldrá a la calle en un par de semanas y el primer ejemplar media una distancia más pesada que el tiempo. Tras finalizar renqueando el bachillerato en la rama de Ciencias, Pardiñas simultaneó dos años de Imagen y Sonido con un curso de fotografía en la Casa de la Cultura de Basauri. Fruto de una casualidad, comenzó a fotografiar reportajes para la sección de skate de una revista de surf. 'Había cosas que no me gustaban, como que ellos seleccionaran mis fotos. Veía que tenían menos idea de skate que yo. Por eso, me planteé hacer una revista', confiesa.

Para ganar las 200.000 pesetas con las que compró su primer ordenador trabajó durante un mes como peón en una empresa de montajes industriales. En la intimidad de su cuarto, diseñó en la pantalla de su PC el primer ejemplar de Doogway skate magazine y lo presentó en una feria de deporte de Barcelona, donde se hizo con una decena de anunciantes. Tras lidiar con los bancos, logró un crédito de un millón con el que sufragó la impresión y distribución de los primeros 10.000 ejemplares. Pero, por aquel entonces, no dominaba la informática ni la maquetación y el resultado no fue el deseado. 'Se vendió porque no había otra cosa, pero salió mal, con fotos a baja resolución y mal escaneadas, textos cortados, etcétera', recuerda ahora.

Lejos de amilanarse, pensó que con esfuerzo podría aumentar la calidad de su trabajo y atraer a más patrocinadores. Poco a poco, la revista se fue labrando un hueco en un mercado en el que la afición por este deporte comenzaba a resurgir tras varios años de decadencia. Meses después, cambió su habitación de trabajo por una oficina en Basauri que, hace dos años, reemplazaría por la sede actual, una amplia redacción en una céntrica calle de Bilbao.

Desde esas dependencias, coordina la labor de la plantilla y el trabajo de una veintena de colaboradores que informan sobre los últimos acontecimientos relacionados con el patinaje callejero acaecidos en los lugares más remotos del país. El director se ocupa personalmente de los reportajes en el extranjero: recientemente ha viajado a Japón y a Estados Unidos para fotografiar y entrevistar a distintos campeones. 'Puede ser que no sepas escribir, pero si ves un texto bonito lo reconoces. Al principio, pedía consejos y retocaba los escritos una y otra vez, hasta que me salían bien', detalla el director.

Patxi asegura que hasta el número 10 la revista fue deficitaria y que ahora, con una tirada de unos 25.000 ejemplares, los beneficios apenas se ven 'porque siempre tratas de comprar nuevos equipos que aumenten la calidad'. Y lo cierto es que la empresa Dogway media crece cada día. Además de esta publicación -a la que le han salido dos competidores-, mantiene una página en Internet (www.dogwaymedia.com) que informa sobre lo último en patinaje de calle y ha comenzado a editar una revista en formato vídeo y a diseñar ropa deportiva con su propia marca.