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Reportaje:

La delincuencia, arma electoral en Francia

La derecha encuentra en el aumento de la inseguridad ciudadana un filón para atacar al Gobierno de Jospin

La delincuencia progresó en Francia en un 9,58% durante el primer semestre de 2001. Las estadísticas del Ministerio de Interior lo admiten. En los primeros seis meses del año pasado se habían registrado 1.884.494 infracciones, mientras que durante el mismo periodo de este año se produjeron más de dos millones de delitos. El presidente Jacques Chirac y los partidos de la oposición conservadora han comprendido enseguida que la creciente inseguridad es un rico filón en el que hay que profundizar para captar votos de cara a las presidenciales y legislativas del año 2002.

'Es la autoridad del Estado la que se echa en falta', dijo Chirac el pasado 14 de julio, al mismo tiempo que reclamaba 'la tolerancia cero' para 'todos los delitos' y proponía 'delegar en los alcaldes' cierto poder de sanción. Los alcaldes de Niza y Orleans, los dos de derecha, ya habían decretado el 'toque de queda' para los menores de 13 años a partir de las ocho de la noche, decisión que el presidente de la Républica aprueba.

Lo cierto es que los datos ponen al Gobierno de izquierda plural de Lionel Jospin en una posición incómoda. Algunos ministros se han mostrado favorables al 'toque de queda' para niños; el titular de Interior, Daniel Vaillant, quiso legislar sobre las rave-parties (fiestas clandestinas) y fue desautorizado por el propio Jospin. El antiguo titular de la cartera, el muy popular Jean Pierre Chevènement, ha criticado la falta de unidad de criterio del Gobierno, una carencia que la derecha está explotando con habilidad.

Lo cierto es que la progresión de la delincuencia es relativa, pues se explica en buena parte por la creación de la llamada 'policía de proximidad'. La presencia de agentes cerca del lugar del delito tiene como efecto que aumenten las denuncias, que actos que antes no eran comunicados a la autoridad ahora lo sean. Esa interpretación, defendida por Vaillant, parece creíble cuando se constata que al mismo tiempo que crecían los robos -suponen el 61% de los actos delictivos y más de la mitad lo son de teléfonos móviles- o las denuncias por golpes y heridas voluntarias, disminuyen los robos de coches o los homicidios.

Pero la derecha sabe que las encuestas aseguran que el sentimiento de inseguridad es la principal preocupación de los franceses. De ahí que Chirac afirme que 'no existe una fatalidad cuando se habla de inseguridad, pues lo que existe es falta de autoridad del Estado y de voluntad política'. El ideólogo o cerebro en la sombra de esta campaña destinada a fomentar el miedo es Alain Bauer, gran maestro de la orden masona del Gran Oriente, creador del Observatorio de la Inseguridad y hombre que vende a precio de oro a los ayuntamientos o empresas sus consejos sobre medidas policiales a adoptar. Chirac se ha servido de sus informes para sostener que 'el nivel de inseguridad en Francia es mayor que en EE UU'.

Si los sindicatos de policía progresistas han puesto de relieve que el aumento de la delincuencia ya se ha estabilizado en mayo y junio, el sindicato de comisarios y altos funcionarios de policía culpa de todo a la reforma legal aprobada el pasado año, que reduce el tiempo de detención provisional y niega que se pueda aplicar esa figura a quienes son sospechosos de haber cometido un acto por el que no pueden ser condenados a más de tres años de cárcel.

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Para André Michel Ventre, secretario general del citado sindicato, 'la nueva ley es un formidable acelerador de la delincuencia: los delitos aumentan en un 10% al mismo tiempo que los encarcelamientos disminuyen un 10%. La conclusión es obvia'.

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