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Reportaje:Estampas y postales

El dique seco

Miquel Alberola

En la habitación con el suelo de yeso trillado de la heredad El Fondonet de Novelda, donde nació Jorge Juan en 1713, no queda ninguna evidencia de nada. Ni siquiera la perra Macarena, que sigue al aparcero Isidro García mientras recorre el caserón en muletas y camiseta imperio, hoza ningún rastro que no sea contemporáneo, aunque existen dudas sobre si la cama de hierro que ha quedado en esta cámara fue o no la que utilizó el autor del Estado de la astronomía en Europa durante sus estancias en El Fondonet. Aquí no queda nada que perteneciera a la familia. Se lo llevaron todo a un museo de Cádiz, excepto la heredad, que fue vendida a los actuales propietarios hace unas cinco generaciones. Pero éste fue el dique seco del marino, y hasta aquí llega de vez en cuando algún físico japonés buscando unas radaciones de las que sólo da fe una placa rota de mármol blanco Macael en la fachada posterior de la heredad y el entusiasmo de Isidro.

Por encima de su pericia en las redes geodésicas para la medición del meridiano, Jorge Juan también ha dado nombre a azafranes y a navíos destructores, lo que para un guarda marina nacido en Novelda supone un modo de posteridad muy arraigado y generoso. Incluso la Fábrica de Moneda y Timbre ha estampado su efigie cuadrangular y altiva, atribuida al trazo de Goya, en los billetes de 10.000 pesetas. Por eso los respetables hombres de negocios y la delincuencia en general, y la fiscal en particular, lo tienen por una referencia de consenso. Por lo demás, Jorge Juan es materia de culto entre los científicos y el espionaje mundial, donde figura, por sus misiones en Inglaterra y Marruecos, en una hornacina a la misma altura que Marcus Wolf.

Isidro y su familia viven en la planta baja de la heredad, a la que se accede por la fachada posterior. Ésta era la entrada de carruajes, y en la bodega todavía queda la tartana y un cabriolé que usaba el administrador para cobrar las rentas del valle. Frente a la puerta crece con potencia un pino piñorero y algunas palmeras que arropan una huerta de tomates y alficoces. La sombra del pino atenúa la ferocidad del sur y camufla las torres del tendido eléctrico, de las que dice Isidro que los inmigrantes norteafricanos toman el fluido gratis 'para ver la [televisión] catalana'. La familia del fundador del Observatorio Astronómico vivía en la planta superior, con la fachada orientada hacia el norte, en los lindes de la carretera de Madrid. Ahora ésta es la parte trasera de la heredad, aunque los balaustres de la escalera disimulan su nobleza debajo de la erosión.

En el jardín de pinos, palmeras, olmos y adelfas hay algunos hormigueros muy avivados que quizá tuvieran algún influjo matemático en aquel niño hijo de viudo y viuda que, al morir su padre, fue encomendado al Gran Maestre de la Orden de Malta. Allí es donde descubrió el mar y juró el celibato de los caballeros de Justicia. En esos días en que Voltaire compraba vinos en Cádiz, Jorge Juan llenó tanto su cabeza de aritmética, trigonometría, esferas, globos, octantes y sextantes que sus compañeros le llamaron Euclides. Ya no regresó a esta heredad hasta 1767, unos pocos años antes de morir de un enigmático 'accidente alferético' rodeado de pieles de tigre y de león. Entonces, Carlos III mandó precintar su gabinete porque la documentación que había acumulado en sus años de espía en Londres era demasiado sensible. Luego quedó tan vacío como la cámara de yeso trillado de El Fondonet.

JESÚS CÍSCAR
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Sobre la firma

Miquel Alberola
Forma parte de la redacción de EL PAÍS desde 1995, en la que, entre otros cometidos, ha sido corresponsal en el Congreso de los Diputados, el Senado y la Casa del Rey en los años de congestión institucional y moción de censura. Fue delegado del periódico en la Comunidad Valenciana y, antes, subdirector del semanario El Temps.

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