Mohamed VI 'descubre' Tánger
La ciudad del Estrecho acogerá hoy por vez primera la Fiesta del Trono
Para quien conoce la lentitud con la que trabaja la Administración marroquí, en Tánger se han producido estas últimas semanas varios milagros. Uno de ellos, acaso el más llamativo, tuvo lugar en la céntrica plaza del Nueve de Abril. Su aspecto desvencijado cambió en tan sólo 48 horas con la aparición de palmeras de dos metros y de parterres de flores, mientras los baches de la calzada eran rellenados, y las fachadas, repintadas.
Tal celeridad se explica porque, en los días siguientes, Mohamed VI cruzó la glorieta camino de la Gran Mezquita. Desde principios de julio, el joven rey se ha trasladado a Tánger y hoy, por primera vez en la historia de Marruecos, la Fiesta del Trono se celebrará en la ciudad. Mañana, la beia, el juramento de fidelidad al monarca que renuevan cada año los miembros de la familia real y los altos dignatarios, tendrá lugar, por primera vez, en Tetuán, la antigua capital del protectorado español.
El rey de Marruecos ha convertido a Tánger en el centro de sus actividades durante el verano
A Hassan II, el padre del actual soberano, le horrorizaba el norte de Marruecos. Guardaba probablemente un mal recuerdo de la rebelión, en 1958, de las antiguas milicias rifeñas y de un puñado de tangerinos decepcionados por haber perdido aquel estatuto internacional que durante 33 años tanto esplendor deparó a su ciudad. Entonces príncipe heredero, fue encargado por su padre de reprimir aquel levantamiento.
Tras su entronización, Hassan II castigó al norte. En sus 36 años de reinado, sólo fue dos veces a Tánger, siempre de paso, y nunca pisó Tetuán. 'Padecía un bloqueo psicológico', comenta Jamal Amiar, director del semanario Nouvelles du Nord. Peor aún: la región siempre figuró en la cola de las inversiones públicas. 'Olvidada políticamente, la ciudad y su entorno apostaron por el contrabando y el tráfico de droga' como fuentes alternativas de recursos, añade.
A sus 37 años, Mohamed VI ha hecho todo lo contrario. Deseoso de desmarcarse de un padre abrumador, empeñado en buscar espacios diferentes de recreo y de trabajo, el rey ha convertido a Tánger, y Tetuán como su anexo, en el centro de sus actividades sociales y diplomáticas durante el verano. 'El desarrollo de la ciudad se está haciendo gracias a Dios y a la solicitud de su majestad, que otorga una gran importancia a esta región', asegura Rachid Tafersiti, presidente de la asociación local Al Bughaz, que lucha por la recuperación de la urbe.
La estancia real empezó con un par de visitas al puerto, una de ellas improvisada, para acoger a un puñado de los 2,3 millones de marroquíes emigrantes en Europa que durante los tres meses de verano desembarcarán con sus coches atiborrados de regalos para sus familiares. '¡Viva el rey!, ¡viva Marruecos!, ¡viva Francia!' -Mohamed VI estuvo en una ocasión acompañado en el muelle por la esposa del presidente Jacques Chirac-, gritaban los pasajeros agolpados en el puente de un transbordador.
Para los candidatos a la emigración a España, marroquíes y subsaharianos, la elección de Tánger para el veraneo real tiene un sabor más amargo. Ya no se les ve merodeando por el puerto o por los barrios con mala fama. La policía ha expulsado a muchos de ellos, y la búsqueda de la patera para atravesar el Estrecho se hace ahora desde las afueras de Tánger. Pero lo que de verdad gusta a la burguesía tangerina es el vaivén de jefes de Estado extranjeros, ministros, embajadores y otras personalidades que han acudido estos días al palacio real. 'Se confirma la gran voluntad real de devolver a Tánger su estatuto de capital del Magreb árabe', era el titular rimbombante del semanario Le Journal de Tanger. Su director sueña, como tantos otros, con recuperar el viejo lustre. El anhelo real no parece, desde luego, un capricho pasajero. Prueba de ello, la rehabilitación en curso de los palacetes del Marshan y de Forbes, donde se alojarán los huéspedes del rey.
'Ahora sólo falta que España también nos ayude y reabra el teatro Cervantes', bromea un jubilado tangerino que añora los viejos tiempos. Inaugurado en 1913, en el prestigioso escenario de este teatro público español cantó Caruso, pero hoy día es un edificio cerrado y destartalado.
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