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LA LIDIA
Columna
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Torerista, sí, pero con toros

Existe una leyenda sobre la plaza de Valencia cuyo significado original han conseguido reconvertir los taurinos. A la plaza de Valencia se le tacha de 'torerista'. Término que no es nuevo, aunque en la actualidad ese calificativo haya terminado degradado y se usa, fundamentalmente por los taurinos, para afirmar que la de Valencia es una plaza en la que todo vale; todo lo que les vale a ellos sólo, claro. Pues no. El término 'torerista', siempre unido a la historia taurina valenciana, nació para reconocer la sensibilidad de este público a la hora de descubrir toreros o a la hora de valorar su capacidad artística. Valencia ha sido siempre un trampolín hacia el estrellato. Recuérdese, por ejemplo, que una noche partió hacia la cima del toreo un torerillo que venía de fracasar en su Sevilla natal y al que sus paisanos lo tomaron a mofa por su poco agraciado cuerpecillo. Se presentó vestido con un traje más parecido a uno de opereta que a uno de torero. Aquel 'indocumentado' caló hondo en el alma 'torerista' de los valencianos y lo auguraron un brillante porvenir. Se llamaba Juan Belmonte. Genio y figura.

'Torerista', sí, pero sin confundir con la nueva acepción. Además, resulta que para los taurinos ese término es antagonista del 'torista', y ahí es donde se ha querido dar un quiebro irreparable a la historia. Uno y otro término han convivido en esta plaza, cuando su Feria de Julio era la más importante de España por calidad y cantidad. En la época de Joselito y Belmonte, luego en la Edad de Plata del Toreo y, posteriormente, en la década de los cuarenta, en plena degeneración del toro de lidia, la Feria de Julio era un orgullo nacional en toros y toreros. No faltaban hierros como los de Miura, Pablo Romero, Concha y Sierra, Palha, Graciliano, que prestigiaban un abono y a una afición que sabían conjugar perfectamente su admiración por el toro en su máxima expresión y su sensibilidad para saborear las cualidades de los toreros.

Pero los tiempos cambiaron y a los taurinos les convino más eliminar todo lo que de torista tenía Valencia y dejar el de 'torerista', que ha tomado hoy en día un sentido peyorativo.

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