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Los buzos se sumergen por primera vez para preparar el rescate del 'Kursk'

Los buzos que participan en la recuperación del Kursk se sumergieron ayer por primera vez, dando comienzo así a una nueva etapa de las arriesgadas operaciones para reflotar el submarino nuclear que desde hace casi un año yace a 108 metros de profundidad en el mar de Barents. Los submarinistas fijaron los equipos con los que separarán la proa del resto del Kursk y con los que soldarán los ganchos necesarios para poder izar el sumergible.

El primer grupo de buzos -dos rusos- descendió a la una de la madrugada (las once de la noche del viernes en España), después de que el Mayo hubiera regresado del puerto noruego de Kerkines al lugar del hundimiento del Kursk y que el bastiscafo hubiera realizado un último reconocimiento en la zona donde yace el submarino. Los buzos rusos marcaron los lugares de los ganchos en las camáras tercera, cuarta y quinta. Dos británicos reemplazaron a los rusos a las 6.40 para instalar los equipos necesarios para soldar los ganchos, de 700 milímetros de diámetro. En total colocarán 26 ganchos que servirán de enganche a los cables o barras de acero que izarán el submarino.

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A la una de la tarde los británicos fueron reemplazados por otro par de buzos que comenzaron a hacer los ganchos en las citadas cámaras, y a eso de las siete otro grupo de buzos marcó el resto de las cámaras y empezó a fijar los equipos necesarios para separar la proa, que permanecerá en el fondo del mar al menos hasta el próximo año.

Precisamente la operación de separar la proa es una de las más peligrosas, ya que allí todavía puede haber torpedos que no explotaron cuando el Kursk se hundió el 12 de agosto del año pasado. Aunque el batiscafo no tripulado que inspeccionó la zona no encontró ningún torpedo ni fragmentos de ellos, los especialistas no descartan que pueda haberlos dentro de la proa destrozada.

Mientras tanto, la organización ecológica noruega Bellona y el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) reiteraron ayer que la operación para recuperar el Kursk representa una seria amenaza para la ecología de la región. Los ecologistas afirman que los trabajos se realizan con demasiada prisa y piden que se postergue por lo menos hasta el año próximo.

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