Belén reclama venganza por la muerte de cuatro líderes de Hamás
'Venganza, venganza', gritaban ayer más de 20.000 palestinos reunidos en la plaza del Pesebre de Belén, con ocasión de los funerales celebrados por los cuatro dirigentes integristas de Hamás, asesinados el día anterior por tres misiles del Ejército israelí.
La ceremonia, difundida en directo por la estación de televisión local A Raya (La Bandera), se celebró en medio de la histeria popular, en una ciudad desierta en la que todas las tiendas y comercios habían cerrado sus puertas y la población se había lanzado a la calle para ver los cuerpos de las últimas víctimas de la Intifada, envueltos en una bandera verde islámica.
Los cuerpos de los cuatro mártires fueron llevados a hombros desde la plaza del Pesebre hasta el cementerio, por hombres vestidos de blanco, con el rostro tapado; futuros comandos suicidas dispuestos a autoinmolarse en el corazón de Israel.
Pocos kilómetros más allá, Beit Yala (12.300 habitantes) permanecía en silencio, flanqueando el costado norte de Belén. Parecía como si estuviera lamiéndose las heridas sufridas la madrugada anterior como consecuencia de una ofensiva de los tanques y ametralladoras israelíes, que habían disparado sobre sus casas durante cerca de una hora. Era el tercer castigo, en poco menos de 12 horas, por haber lanzado dos obuses de mortero contra el asentamiento de Gilo, a las puertas de Jerusalén.
'Hoy no he dormido en casa. La situación en Beit Yala se ha vuelto insoportable. Estamos pensando en volver al exilio', divagaba ayer en voz alta Joachim, de 45 años, un cristiano, licenciado en Teología, que volvió del extranjero hace 10 años cuando empezaba a vislumbrarse en el horizonte el espejismo de un proceso de paz y creyó que había llegado el momento de regresar a su tierra.
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