El pelotón llegó fuera de control
La desidia de la mayoría de los equipos permite la escapada con más margen de la historia
Jean-Marie Leblanc tenía peor cara que los últimos días, que ya es decir. El director general del Tour esperaba la llegada del pelotón tras la línea de meta, junto a un podio por el que ya habían pasado los ganadores de la etapa hacía varios minutos. 'Sí, el cierre de control andará por los 30 minutos', voceó. 'No, claro que no vamos a eliminar al pelotón', añadió con una voz que delataba que no lo haría, pero no por falta de ganas. 'Si el número de corredores que llega fuera de control es superior al 20% de los participantes, el jurado técnico puede decidir que es un caso excepcional y no eliminarlos', explicó. 'No, no recuerdo una etapa parecida en la historia del Tour', ladró para despedirse.
El pelotón tardó aún en llegar.Exactamente 35.54 minutos después de que el holandés Erik Dekker derrotara en la línea al español Aitor González para apuntarse la etapa, cruzaba la meta el surafricano Robert Hunter dando tiempo a todo el pelotón. Un grupo de 14 fugados había batido, ante la desidia de una decena de equipos, el viejo récord del español José Luis Viejo, que ganó una etapa en el Tour de 1976 con 22.50 minutos de ventaja sobre el pelotón tras una fuga de 160 kilómetros.
Situaciones de Tour de los años de la guerra, como contaban los abuelos, con Coppi recuperando 35 minutos en la general o Gaul veintitantos. 'Pero esto es el ciclismo moderno', decía Manolo Saiz, director del ONCE-Eroski. 'Pero no pasa nada. Ninguno de los fugados es peligroso para la general. Por eso han podido irse tranquilos'. En el pelotón, decían los directores, no pasó nada anormal. Como si fuera normal dejar más de media hora a 14 antes de llegar a la montaña. 'Los equipos de los grandes están cansados. Llevamos 1.200 kilómetros a 42 por hora. Mal tiempo. Lluvia. Contrarreloj por equipos. Esto es muy duro y queda mucho', intentaba analizar Eusebio Unzue, del iBanesto.com. Todos hablaban de juego táctico. El US Postal, al parecer, no está tan bien como debería y cuando se le ha pedido que tomara la responsabilidad del pelotón como equipo del líder saliente y gran favorito, Lance Armstrong, ha dicho que nones. Nadie ha tirado. Ni siquiera nadie ha atacado para ver si era verdad lo que corría de boca en boca, que el US Postal quería un día tranquilo porque necesita recuperar a Heras, muy tocado de su rodilla derecha, antes de llegar a la montaña. Había un puerto de tercera y nadie puso a prueba al equipo de Armstrong. El estadounidense está ahora a más de 35m en la general del líder, el australiano O'Grady, que recuperó el maillot amarillo al ser el mejor colocado de los fugados. En los tiempos de Armstrong, todos los favoritos: Beloki, Botero, Ullrich...
A O'Grady, sprinter alérgico a la montaña, nadie le concede la más mínima oportunidad, tampoco al segundo, el francés François Simon, que el año pasado terminó a más de dos horas de Armstrong; ni siquiera al tercero, el holandés De Groot. Se fijan en el cuarto, el kazajo del Cofidis Andréi Kivilev, escalador y especialista en vueltas de una semana (este año ha ganado la Ruta del Sur en los Pirineos). Uno de los damnificados de los abanicos de Verdun, Kivilev, de 27 años, llega a la montaña con 13 minutos sobre los favoritos. Los viejos seguidores del Tour tiraban de memoria. Los jóvenes, de base de datos. Salen dos nombres y dos años: 1956, Roger Walkowiak, rodador, mediocre escalador, que logra una gran ventaja con una escapada permitida entre Lorient y Angers y después resiste a los escaladores en la montaña y gana el Tour. 1990. Claudio Chiappucci. Escapada en Futuroscope, el primer día. Más de 10 minutos de ventaja para el italiano, entonces desconocido, que sólo puede ser doblegado por LeMond en la última contrarreloj y acaba segundo.
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