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La coalición antichina

Lo lógico sería que los grandes enemigos de la candidatura de Pekín fuesen París y Toronto, sus grandes rivales. Sin embargo, la gran coalición antichina parece formada más bien, a tenor de su presencia en los medios de comunicación, por las organizaciones humanitarias internacionales que sostienen que aceptar a Pekín como sede sería un paso en la dirección equivocada.

Reporteros Sin Fronteras, Solidaridad China y el Comité de Apoyo al Pueblo Tibetano publicaron en junio un informe conjunto que ofrecía un panorama desolador de los derechos humanos en China, a cuyo régimen se definía como 'una de las últimas y más violentas dictaduras del mundo'. Por eso, decían que sería 'inaceptable y peligroso' la elección de Pekín como sede olímpica.

Los tibetanos, que denuncian la ocupación de su tierra y la represión del régimen comunista, se muestran especialmente activos en Moscú en los días previos a la decisión del COI. Nueve de ellos fueron detenidos ayer, al intentar desplegar una pancarta en la que agujeros de bala sustituían a los aros olímpicos, y liberados horas después.

El Parlamento Europeo votó el 5 de julio una resolución en la que se aseguraba que 'el récord desastroso sobre derechos humanos' convierte a Pekín en una opción 'inapropiada'. Los eurodiputados pidieron al COI que reconsiderase el caso sólo si se produjeran 'cambios fundamentales' en ese campo.

Más demoledor aún fue el informe que presentó el mismo día Amnistía Internacional (AI), según el cual, en tan sólo tres meses, se ha ejecutado en China a 1.781 personas, más que en tres años en el resto del mundo. La pena capital, afirmaba AI, se aplica con frecuencia a las pocas horas de dictarse sentencia en juicios ultrarrápidos y con grave riesgo de error.

También están en contra de la candidatura de Pekín 2008 los disidentes chinos en el extranjero. Las autoridades rusas negaron el visado de entrada a uno de los más significados, Wei Jing Sheng, residente en Estados Unidos, que pretendía hacer campaña contra la candidatura.

Rod McGeogh, que dirigió la campaña que dio los juegos del 2000 a Sydney, asegura, por su parte, que 'como nación, China es contraria al espíritu olímpico'.

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