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Columna
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Globos

Félix de Azúa

Algo peculiar de la sociedad posmoderna es su capacidad para generar extranjeros. En las sociedades tradicionales, dominadas por la mentalidad agrícola, el forastero es un intruso al que debe ponerse toda suerte de trabas para impedir que se instale en la aldea. El forastero, por mucho que beneficie a los lugareños y años que lleve residiendo en el pueblo, es un enemigo potencial y siempre será el de fuera, aunque los de dentro se maten a hachazos por un pino.

En cambio, las sociedades modernas acogieron muy bien a los extranjeros. La Gran Bretaña debe casi toda su riqueza filosófica, artística y científica a extranjeros, y lo mismo ha de decirse de los EE UU, construidos íntegramente por extranjeros. El caso contrario fue, claro, la Alemania de Hitler.

Pero las sociedades posmodernas han puesto en marcha un novedoso mecanismo generador de extranjeros 'de dentro'. Ahora que todos somos extranjeros para la empresa global, la cual carece de nación, se produce una enorme oferta de extranjería nacional. En el nivel inferior está el extranjero de siempre (moro, negro, islámico, etcétera). Viene luego el extranjero reciente (español en Euskadi o Cataluña, serbio en Croacia, francófono en flamandia, albanés en Macedonia, etcétera). Y, por fin, extranjeros de alta especialización, producidos por su propia sociedad (homosexual, enfermo minoritario, 'mujer', y todas las minorías que genera el agravio).

Así que, por un lado, no hay defensa posible contra la rapacidad de las corporaciones globales, las cuales conspiran para debilitar a los Estados y hacernos a todos extranjeros. Y, por otro, nos disgregamos en una infinidad de subgrupos, todos extranjeros entre sí, dándose codazos en un lugar dominado por el feudalismo local. Los agravios de la pequeña diferencia impiden asumir que todos somos lo mismo, súbditos de un poder apátrida y sin control.

Por eso, los antiglobales, de momento, sólo pueden vencer en la tele. Serán eficaces, es decir, peligrosos para el poder real, el día en que no se presenten como cien tribus, o sea, como cien productos mediáticos, complementarios del mercado global.

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Sobre la firma

Félix de Azúa
Nació en Barcelona en 1944. Doctor en Filosofía y catedrático de Estética, es colaborador habitual del diario El País. Escritor experto en todos los géneros, su obra se caracteriza por un notable sentido del humor y una profunda capacidad de análisis. En junio de 2015, fue elegido miembro de la Real Academia Española para ocupar el sillón "H".

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