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Objetivos comunes

El reciente acuerdo de las Cortes Valencianas sobre la constitución de la Acadèmia Valenciana de la Llengua es una excelente noticia que disipa los fantasmas lingüísticos que alimentaban la confrontación catalano-valenciana. Los catalanes debemos reconocer la identidad valenciana y a partir de este hecho buscar los vínculos culturales que nos unen. Alguien ha dicho, incluso, que tendríamos que ser primos y no hermanos. En los últimos meses también hemos podido asistir al debate sobre un pretendido favoritismo presupuestario del gobierno del PP en beneficio de la Comunidad Valenciana y, por contra, en perjuicio de Catalunya. Nos encontramos, por tanto, ante lo que podríamos tildar de 'síndromes Figo y Mendieta', que representarían, por un lado, la huida de empresas catalanas hacia Madrid que tanto retroalimenta al victimismo catalán, y, por otro, la exaltación de Valencia sin muchos más fundamento que algunos tímidos resultados.

El gobierno de Catalunya ha cometido el error de mirar casi exclusivamente hacia el norte (Francia-Europa), dando la espalda al corredor mediterráneo (olvidando los intereses comunes con la economía valenciana) y demonizando al gobierno del Estado por priorizar los ejes radiales (Madrid-Barcelona y Madrid-Valencia). Todo ello sin ser capaces de ver la viga en nuestro propio ojo al olvidarnos del tercer vértice del triángulo Madrid-Valencia-Barcelona. Las relaciones entre Cataluña y la Comunidad Valenciana no se pueden basar en falsos tópicos, como el del favoritismo del gobierno estatal hacia esta autonomía ni en una relación de predominio (que por otro lado es antihistórica) del Principat. Catalunya y la Comunidad Valenciana son aliadas naturales que deben trabajar en pie de igualdad.

Vicent Soler, catedrático de Economía Aplicada de la Universidad de Valencia, explica, con datos bien documentados, que el Gobierno del PP no favorece a Valencia en detrimento de Barcelona. Los datos son incontestables. Así podemos ver cómo el Ministerio de Fomento en su programa de inversiones 2000-2001 prevé una dotación de 210.000 millones de pesetas para el puerto de Barcelona y sólo 50.000 millones para el de Valencia; los presupuestos del Estado del año 2001 contemplan 36.000 millones para el aeropuerto del Prat frente a los 4.000 del aeropuerto valenciano que aún no dispone de ningún vuelo transoceánico; la subvención al transporte público metropolitano en Valencia es de 8 pesetas por viajero mientras que en la región metropolitana de Barcelona es de 28 pesetas... El AVE llegará a Barcelona el año 2004; a Valencia, en cambio, después de Valladolid, y de momento nadie se plantea el AVE pasando por Valencia hasta la frontera francesa. Si hablamos de cultura, los presupuestos del Estado del año 2001 destinan el 50,5% a Madrid frente al 10,5% de Catalunya y un ridículo 4% para Valencia.

El espejismo del renacimiento valenciano propiciado por el PP del Estado ha sido, en realidad, una magnífica operación de marketing que ha logrado capitalizar las inauguraciones de obras emblemáticas, algunas de ellas programadas ya por los socialistas (como la Ciudad de las Artes y las Ciencias, IVAM) y todas ellas pagadas con los impuestos y el endeudamiento de los valencianos (Terra Mítica-Televisión Valenciana-Canal 9). En estos momentos, la Comunidad Valenciana es la autonomía con un mayor nivel de endeudamiento de España (en relación al PIB).

Aceptemos, pues, la realidad y no alimentemos la falsa polémica sobre la pugna Valencia-Barcelona, ya que desde Madrid se frotan las manos. La Comunidad Valenciana es, después de Catalunya, la autonomía con menos gasto público por habitante y ambas están en el furgón de cola de las inversiones estatales. Joan Trullén explica que las economías catalanas y valencianas tienen importantes puntos en común, destacando su capacidad exportadora. Si tomamos como referencia los datos del comercio exterior del año 2000, Catalunya exporta 5,5 billones de pesetas, lo que representa un 26,8% del conjunto español, y la Comunidad Valenciana contabiliza 1,9 billones de pesetas, que se traduce en un 12,35%. Es decir, entre ambas sumamos el 40% de la fuerza exportadora de España, pudiendo afirmar con rotundidad que somos el motor económico del Estado.

En vista de todo lo expuesto, los socialistas catalanes hemos planteado la necesidad de apostar decididamente por el triángulo Madrid-Valencia-Barcelona, como también lo han hecho abiertamente intelectuales como Xavier Bru de Sala. Un triángulo que debe ser equilátero pero que por ahora cuenta con un lado, el Valencia-Barcelona, reducido a la mínima expresión. Nuestra apuesta por este triángulo equilátero Madrid-Valencia-Barcelona, sustentada básicamente en la fuerza motora de la exportación catalano-valenciana, obliga a plantear la necesidad de reforzar el corredor mediterráneo como pieza esencial de la estrategia económica y territorial de España, de Catalunya y de la Comunidad Valenciana. Por ello, algunos de los objetivos que debemos marcarnos serían:

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-La materialización del ancho de vía europeo y la transformación de la red ferroviaria del corredor mediterráneo (La Jonquera-Alicante) en una línea con parámetros del AVE, garantizando el ancho internacional para las mercancías.

-La construcción de autovías libres de peaje alternativas a la A-7 (como podría ser el desdoblamiento de la N-340 en los tramos donde fuera posible) y la apuesta decidida por la autovía interior de la Plana entre la Pobla de Fornesa y Sant Rafel del Riu, que debería prolongarse en tierras catalanas.

-El triángulo Madrid-Valencia-Barcelona debe tener buenas bisectrices y, por tanto, es necesario hacer realidad el eje Sagunto-Somport y reforzar también de esta manera el papel de Aragón.

-Tenemos que apostar por la declaración conjunta (catalano-valenciana-aragonesa) del Parque Natural de los Puertos de Tortosa-Beseit. Y debemos insistir en que el Plan Nacional de Regadíos recoja la nueva cultura del agua y prevea las dotaciones e inversiones necesarias para los regadíos vecinos del canal Xerta-Sènia y del norte de Castellón.

En definitiva, desde Catalunya pensamos que ha llegado el momento de hablar en igualdad de condiciones con los valencianos y trabajar conjuntamente para defender los proyectos de vertebración territorial que reconozcan la fuerza del Mediterráneo, y, de alguna manera, rompan esa idea y ese proyecto de España basado en la capitalidad única, la radialidad, y las isócronas desde Madrid y permitan lograr el reconocimiento de la pluralidad, la diversidad y la fuerza de la periferia. Reforzar el corredor mediterráneo es reforzar el motor económico de España. Apostar por Catalunya y la Comunidad Valenciana es la forma más realista de apostar por el progreso económico de España.

Manel Nadal es portavoz de infraestructuras del grupo parlamentario Socialista-Ciutadans pel Canvi en el Parlament de Catalunya.

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