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Columna
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Alarma

Tenemos la negra. O mejor, el orujo. Orujo de aceite y Celia Villalobos en silencio y soñando con los alpechines y con Arias Cañete, el otro ministro andaluz. Los dos deben ser gafes, Piqué aparte, que tiene enredado a todo el cuerpo fiscal como una liana. A Celia se le quema el churrasco y ahora el orujo. Cañete sale a los medios y el miura del olivar se le cuela por la izquierda. La Villalobos calla, pese a que ayer por la mañana se levantó con la mesa inundada de lindezas de este estilo: torpeza, improvisación, inseguridad, alarma, ruina para los aceiteros. Celia se acostó con el benzopireno y soñó con unos bichitos que se retorcían en su cuerpo. Más vale prevenir que curar, le habían dicho sus técnicos. La Villalobos no quiere pasar a la historia como la ministra del churrasco y del orujo, como ya sucediera con aquel ministro de la colza, cuyo nombre ahora no recuerdo. ¡Con lo bien que estaba Celia de marimandona en Málaga! Y lo peor es que le ha trasladado una patata caliente a Teófila Martínez, como si ya tuviera poco. ¿Votarían al PP los aceiteros andaluces en estos momentos? ¡Señor, señor, qué cruz la de Villalobos!

Alarma por el orujo, subproducto del olivar, que puede provocar una grave crisis en el sector aceitero. Y a todo esto, los italianos frotándose las manos y engordando sus cuentas corrientes a cuenta del aceite andaluz.

Como alarma, fundada y con razón, la que quita la respiración al turismo andaluz. Lo ha dicho el consejero Hurtado. Lo sucedido en

Baleares, la huelga de pilotos y los vertidos de alquitrán en playas de la bahía de Algeciras son un duro golpe para el sector. El consejero, con su equipo, prepara un plan de choque para contrarrestar la previsible caída del mercado inglés y de Centroeuropa. Se han tirado a la papelera cientos de millones de pesetas en las promociones hechas por Turismo Andaluz por culpa de una huelga. Ahora hay que reinvertir. Es lo que también prepara el Patronato de Turismo de la Costa del Sol. Pero bueno sería recordar lo que el propio Hurtado ha puesto sobre la mesa: no interesan turistas de siete u ocho mil pesetas día. Hay que conseguir turistas de más calidad, con más capacidad de gasto. Las tendencias están variando y el turista, como se decía antes, de alpargata y tortilla, no interesa.

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