Condecoración de Dieter Koniecki

Dieter Koniecki había expresado al presidente Rau su deseo de recibir en Madrid una de las más altas condecoraciones del Estado alemán cuya concesión le había sido comunicada recientemente en Berlín. La ceremonia tuvo lugar el 28 de junio pasado, en la Embajada alemana, en presencia de sus amigos. No sólo socialistas, sino también, entre otros, Íñigo Cavero o Fernando Suárez.

En su emocionado discurso, Koniecki repasó la transición política española, de la que los presentes habían sido testigos privilegiados o protagonistas. El que fuera colaborador estrecho de Willy Brandt resaltó la importancia del pacto social, el mérito de los sindicatos, pero también de José María Cuevas. Citó a Adolfo Suárez y a Felipe González, destacó el interés actual de la Fundación Ebert, desplazado un poco de España, democracia totalmente consolidada, hacia los países del este de Europa, y terminó haciendo votos por el fin del terrorismo etarra, única herida abierta de nuestra democracia.

Mención especial tuvo la figura de Ramón Rubial, veintitantos años en las cárceles de Franco. Su espíritu de tolerancia y ausencia absoluta de rencor le habían impresionado: Koniecki sabía de lo que hablaba, pues él mismo había pasado seis años en una cárcel o checa. Lingüista eminente y políglota, capaz de los más finos análisis políticos y de los más profundos, este trabajador incansable contribuyó largos años, y sigue haciéndolo después de su jubilación, al enriquecimiento de la sociedad española, con numerosos seminarios, donde el rigor académico y la solvencia intelectual han ido siempre parejos con la relevancia política y con la actualidad.

Y esta condecoración, que el embajador Joachim Bitterlich resaltó que había sido otorgada a título individual, terminó siendo, gracias a la generosidad de Dieter Koniecki, una vez más, un poco una condecoración para todos nosotros, sus amigos españoles.