Henin o la seguridad
Cuando se la ve se descubre de inmediato su rasgo principal: tiene una seguridad en sí misma que resulta incluso insultante. Ése es un dato de su personalidad que se ha descubierto ahora, cuando sus resultados la han catapultado al estrellato del tenis mundial. Sin embargo, esta es una peculiaridad que la tenista belga Justine Henin, ahora con 19 años, arrastra desde su niñez.
Tenía diez años cuando acudió por primera vez al torneo de Roland Garros para presenciar, junto a su madre, la final entre Steffi Graf y Monica Seles en 1992. Henin le dijo a su madre: '¿Sabes?, algún día seré yo la que esté ahí abajo en la pista'. Su madre, Francoise, no pudo verlo porque falleció cuando Justine tenía 14 años. Pero ella cumplió su promesa. 'Mi madre sabía mis ambiciones y mi rabia para ganar'.
En la pista, su personalidad es la misma. Mantiene una concentración brutal, y deja que su brazo se mueva con libertad. Técnicamente, lo tiene todo: puede volear, tiene un saque muy correcto, resta bien, pero lo mejor es el revés, de una precisión espectacular.
Su progresión parecía imparable, pero su explosión no se produjo hasta este año: ganó los torneos de Gold Coast y Camberra y llegó a las semifinales de Estoril, Berlín, Roland Garros y ahora Wimbledon. 'Esto demuestra que soy muy regular en las grandes citas. No renuncio a plantarme en la final. No cometeré los mismos errores que en París'.
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