El tercer hombre
Tercería, tribunal, triunvirato, tercero en discordia, tercera vía, trinidad, tercer hombre: una larga lista indica una tendencia muy primitiva a establecer dos puntos fijos -ying-yang, gog-magog, bien-mal- en lo que sea, filosofía o poder, y al intento tercero de salir de esa pereza mental de protagonista y antagonista, creando una solución distinta. Que es pobre, puesto que no añade más que un posible equilibrio. Un centro de gravedad.Otro sueño: el del centro. Una equidistancia. Un socialismo liberal va a proponer hoy Zapatero -me dicen- a partir de este ensueño, que ha sido triunfal para Tony Blair. Se supone que en el Reino Unido había una izquierda fuerte y una brutal derecha como para sacar esa fórmula. Es una suposición exagerada. Había una derecha violenta y caduca, pero no había ninguna izquierda, deprimidos los laboristas por falta de laboradores, como aquí el partido socialista obrero por falta de obreros.
Tenemos a Rodríguez Zapatero, muy bien dotado para esta operación -es un caballero, suave y tranquilo, con una esposa muy lejos de la metepatas Ana Botella, que quiere rehacer la operación Hilary-, que alza al tercer valor. El problema es que no sé cuál es el segundo. El primero, en orden y poder, es el de siempre, el de la derecha, que cada vez se organiza más en sus castillos, cada vez se expande más por las vías oportunas; Milosevic, el oro viejo del Papa, la monarquía, la literatura constitucional elevada a sagrada: el miedo al inmigrante, la organización sexual fija. Lo que vaya saliendo. La reflexión sobre una segunda posición actual está tan ahogada como en Londres. Sus vestigios están en la clandestinidad frente a Franco, sus estertores en la renuncia al marxismo -¡como si Marx fuera un bandido!- del PSOE, y a sus emblemas y cánticos y saludos.
La polarización de los dos mundos se acabó cuando el soviético perdió los 75 años de revolución y con él se arrastró el Tercer Mundo y los euramericanos que se habían mantenido (aún queda el vestigio Castro, que quiere testar a favor de su hermano: qué derechismo). No hay segunda vía en Occidente. La de Francia es una broma, y vale porque la derecha no sale de su arcaísmo idiota. No sé qué tercer hombre va a sacar de sí mismo Rodríguez Zapatero, no habiendo un segundo. Quizá un posibilista.
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