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Reportaje:

'Okupas' por estado de necesidad

Una juez autoriza a una mujer que ocupó ilegalmente un piso de la EMV a que resida en él con su hija de dos años

A Elena Nieto Montes, de 26 años, la echó de casa su madre una medianoche del pasado octubre. Elena cogió a su hija, de dos años, hizo el petate y zanjó de un portazo toda una vida de convivencia en la misma casa con sus padres. Cruzó el portal de ladrillo rojo y se vio en la calle, bajo la luz de una farola, con su niña de la mano. 'No podía echarme al mundo sin más, con una niña tan pequeña y sin tener adónde ir', se justifica. Entonces tomó una decisión que le ha cambiado la vida. Entró de nuevo al portal y subió al tercer piso, justo el de encima de sus padres. Le pegó una patada a la puerta y consiguió entrar en la vivienda, un piso de unos 50 metros cuadrados en la calle del Concejal Francisco José Jimenez Martín, 8 (Latina).

El bloque de viviendas sociales fue construido y es propiedad de la Empresa Municipal de la Vivienda (EMV). Su equipo jurídico, advertido de la ocupación ilegal del piso, denunció a Elena por un delito de usurpación. Pero una magistrada del juzgado de lo penal número 25 de Madrid la ha absuelto al concurrir en su caso 'la eximente completa de estado de necesidad'.

Elena está enamorada hasta los huesos de Fernando, su compañero y padre de su hija. La pareja vive ahora un segundo embarazo: ella está de cuatro meses. Esperaban mellizos, pero hace un mes Elena expulsó lo que los médicos creen que era uno de los fetos. 'Me han dicho que corro riesgo de aborto y que no me menee mucho', explica.

La pareja vive con el subsidio del paro que cobra Fernando después de haber trabajado dos años como mensajero. Una tarde circulaba en su Vespa por la M-30 cuando, a la altura del Puente de Vallecas, el motor de la moto se le gripó y salió volando por los aires. 'Los coches empezaron a frenar para no atropellarlo', recuerda Elena. Lo único que Fernando pudo recuperar del golpe fue el casco que le salvó la vida. Después, estuvo viviendo dos meses con Elena en casa de los padres de ésta, pero la convivencia con su suegra, Luisa Montes, de 55 años, no funcionó. 'Sufro de los nervios y estoy en tratamiento psiquiátrico. Tuvimos varios choques y le dije que se fuera. No podíamos vivir todos juntos', explica Luisa Montes.

'Éramos demasiados'

La casa se quedaba pequeña para los abuelos, la pareja, su hija de dos años y el hermano menor de Elena, de 24 años, que está impedido por un atrofiamiento muscular. 'Éramos demasiados, le dije a mi hija que su chico no volviera más por casa. Ella se enfadó porque decía que no podía quitarle al padre de su hija de ver a la criatura, a la que quiere con locura, y entonces discutimos', añade.

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Fue la noche en la que Elena se marchó de casa. Pero no llegó muy lejos. Encima del piso de su madre había otro vacío, cuya inquilina había sido desahuciada por falta de pago por la EMV. La casa llevaba ocho meses cerrada. Al entrar en ella, Elena se encontró con un auténtico vertedero. 'La mujer que vivía allí era toxicómana y tenía la casa llena de basura, con todo tirado por el suelo, agujeros en paredes y puertas y pintadas; todavía quedan algunas en las que se leen palabras malsonantes', cuenta Elena. 'En los agujeros de las paredes [la inquilina] dejaba jeringuillas. Era un asco... Tuvimos que limpiar la casa con guantes y todo', añade su madre.

Elena limpió la casa, metió una cama y un colchón en un dormitorio y allí vive con su compañero y su hija desde octubre. No tienen luz, ni electricidad, ni gas ciudad, ni agua corriente. El agua la suben en garrafas del piso de los suegros. De noche ven gracias a la luz de una farola que se cuela por las ventanas. 'Lo que peor llevo es calentar los biberones de la niña', dice Elena. 'Tengo una cocinita de cámping-gas y con esa lumbre me apaño'.

La pareja y su pequeña utilizan el baño del piso de sus padres para el aseo diario. 'No quería poner la casa porque no sabía si me iban a echar a la calle', afirma Elena. 'Ahora que la juez me ha absuelto estoy pensando en instalarme más en serio y poner algunos muebles. Yo estoy dispuesta a pagar por quedarme aquí. Tampoco quiero que me lo regalen, pero no puedo estar en la calle con una niña de dos años y embarazada de cuatro meses. ¡Y además con riesgo de aborto!', advierte.

La abogada de oficio de Elena, María del Carmen Pérez Ruiz, basó su defensa en el estado de insolvencia de su cliente y en la obligatoriedad del Estado de garantizar el acceso a una vivienda digna a todos los ciudadanos. 'El Estado incumple a diario su deber de garantizar el derecho fundamental de los ciudadanos a tener un techo en el que cobijarse. Es inconcebible que una empresa pública como es la EMV denuncie a una mujer por algo que debería proporcionar', añade. 'No se puede concebir que la Administración tenga la desfachatez de denunciar a una madre insolvente y a su hija, de sólo dos años. Es algo increíble', concluye la letrada.

La magistrada justifica así la absolución de Elena: 'El mal causado, ocupación de la propiedad, es menor que la vida y la integridad física de la madre y el menor, no teniendo la acusada otro modo de salvaguardar las necesidades de su hija sino mediante la ocupación de esta vivienda. Ante la gravedad e inminencia del mal que podría ocasionar a su hija de dos años al no tener un lugar donde cobijarse, por haber agotado todos los recursos personales y familiares, pues tanto la vivienda de su madre como la de sus suegros están ocupadas por muchas personas, no tuvo otra solución que la de proceder de modo antijurídico'.

Elena Nieto Montes, con su hija en brazos en su vivienda del distrito de Latina.
Elena Nieto Montes, con su hija en brazos en su vivienda del distrito de Latina.J.F.

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