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LA IGUALDAD SEXUAL

El poder 'gay' se consolida en España

Varias empresas comienzan a poner atención en un colectivo que maneja 5,3 billones al año

Un homosexual medio gasta unas 50.000 pesetas mensuales en ocio, casi el doble que el español tipo y un 300% más que los heterosexuales en su cuidado personal. Lee más libros (siete al año), acude más veces al cine o al teatro y un 56% de ellos dispone de ordenador, según la encuesta de la firma Arco Iris sobre el colectivo homosexual, la única disponible en España. Su capacidad económica se calcula en 5,3 billones de pesetas y no es extraño que hace dos años Cervezas San Miguel, y esta semana Air Europa, firmen convenios o hagan publicidad dirigida hacia ese colectivo. No existiendo una cifra que tenga un carácter oficial, los institutos demoscópicos aceptan que entre un 6% y un 8% de la población española es homosexual. Una parte de esos tres o cuatro millones de españoles que reivindican una equiparación de derechos (matrimonio y adopción) se han hecho visibles en la sociedad y han dado a entender que no sólo se trata de un colectivo económicamente interesante, sino también electoralmente digno de ser tenido en cuenta.

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Ésos son los primeros rasgos de lo que podría considerarse tímidamente como el poder gay en España. La economía ha ido por delante de la política, pero el punto de inflexión alcanzado el año pasado al convocar a más de 100.000 ciudadanos durante la celebración del Día del Orgullo Gay alcanzó ayer un segundo escalón: por primera vez los organizadores tuvieron problemas de protocolo para ubicar a la cabeza de la manifestación a importantes representantes de partidos políticos (Leire Pajín y Rafael Simancas, del PSOE; Gaspar Llamazares, de IU, por ejemplo), sindicatos, instituciones oficiales y organizaciones no gubernamentales.

Poder de convocatoria

Faltaban a la cabeza de la manifestación representantes del PP, si bien algunas militantes anunciaron su presencia a título personal. Quedaba al margen el problema que suele suscitar la llamada Plataforma Popular Gay (PPG), militantes que dicen pertenecer al PP, pero que no son reconocidos por dicho partido. El movimiento de gay y lesbianas utiliza el concepto de visibilidad como una de las formas de ir conquistando terreno en la sociedad; en ese sentido, el éxito de las dos últimas convocatorias resulta incontestable: sólo las grandes manifestaciones contra el terrorismo y, si acaso, la celebrada contra el Plan Hidrológico Nacional, han concentrado a más ciudadanos.

Los colectivos de gay y lesbianas, en total 78 asociaciones, gran parte de las cuales integran la Federación Estatal de Lesbianas y Gay (FELG), no acaban de ver con buenos ojos esta tendencia a retratar al homosexual siguiendo el patrón de las encuestas de mercado, dibujando el perfil de un ciudadano elitista y hedonista, según el término anglosajón DINK (Doble Income No Kids, doble sueldo sin hijos). El estereotipo es consecuencia de que el 66% de los homosexuales vivan en pareja o compartan domicilio, suman dos salarios ('sueldos de hombres', recriminan las lesbianas) sin cargas familiares y constituyen una unidad familiar ideal para el marketing. Critican que esta imagen oculta otras realidades que afectan a hombres y mujeres que deben llevar una vida sacrificada, que sufren injusticias, acosados por un entorno que no está dispuesto a aceptar su identidad.

Pero esos mismos colectivos también concluyen que la visibilidad creciente de los gay, tanto en el orden económico como político, es una fuente útil para ejercer distintas formas de presión. Beatriz Gimeno, secretaria general del FELG, habla de alcanzar una equiparación estadística: 'Si existe un 8% de homosexuales en la población, debería haber un porcentaje parecido de diputados'. Ello sin descartar una mayor visibilidad de homosexuales en instituciones como el Ejército, la Policía, la Judicatura o la gran Banca. ¿Estaríamos hablando de ir hacia un lobby gay en España? 'No creo, en España no tenemos cultura de lobby, como en EE UU, donde el colectivo gay tiene una organización capaz de financiar campañas presidenciales como sucedió en el caso de Clinton. Aquí no podemos hablar de eso, entre otras cosas porque la afiliación a las asociaciones sigue siendo muy baja, pero sí de ser un grupo de presión o tener voz en partidos o sindicatos', sostiene Víctor Huertas, director de Arco Iris.

Dado que el 80% de los españoles se declaran permisivos respecto de la homosexualidad, la sociedad ha vuelto a demostrar en este terreno ir muy por delante de las instituciones. La economía ha sentado ya sus reales sobre ese colectivo. Unas 500 empresas están dedicadas al colectivo gay, que dispone de sus propias revistas (Zero, Shanghai), empresas de servicios (Arco Iris, Asegal, ServiG, Gay Club Internacional), editoriales (Egalés), librerías (Berkana) o agencias de viajes (Navegaytur).

Sin embargo, el gran fenómeno gay en España está Madrid, en el barrio de Justicia, distrito Centro, alrededor de la plaza de Chueca, calles, viviendas y establecimientos altamente deteriorados en los años noventa y espectacularmente rehabilitados a impulsos de la actividad privada de empresarios homosexuales, un perímetro donde se agolpan cerca de 250 comercios específicos. Un ghetto para unos, un espacio de libertad para otros, ahora mismo Chueca es un símbolo en toda Europa. Atrás queda en el tiempo el recuerdo de unos urinarios públicos próximos a la estación de metro, punto de reunión, junto al cine Carretas, de homosexuales en los años del franquismo.

Esta irrupción del colectivo gay como fuente de negocio es también una forma de enviar un mensaje: dinero es poder. El ejemplo americano queda muy lejos del español, pero algunas señales comienzan a producirse. En Estados Unidos, el colectivo gay responde muy eficazmente ante todas las compañías tanto en campañas explícitas como en sus relaciones laborales con los homosexuales. Entre las compañías amigas destacan Phillip Morris, Virgin, United Airlines, Pepsi, Chase Manhattan y un largo etcétera. Adquirió gran notoriedad en su momento Walter Schubert, un broker neoyorquino de 45 años que fundó la empresa GFN (Gay Financial Network), dedicada a invertir los activos de clientes gay haciendo una excepción de aquellos valores de empresas que discriminan a homosexuales. Aparece la lealtad a una marca como una forma de presión. Y esa lealtad rinde sus beneficios también en España.

En España empiezan a vislumbrarse ejemplos. Un caso singular es el de la multinacional sueca IKEA, que no ha dejado de hacer guiños a ese colectivo. Un portavoz de la compañía reconoce que los homosexuales se cuentan entre sus mejores clientes: 'Es gente con gustos más modernos y que comparte nuestro mensaje, que es algo así como no tener miedo a los cambios'. Tal es el predicamento de IKEA entre los gay que se dice que sus almacenes 'se convierten los sábados por la tarde en una prolongación de Chueca', afirma Alfonso Llopart, director de Shanghai.

Cervezas San Miguel fue la primera empresa española que difundió una campaña explícitamente gay. 'Ahora, San Miguel es la marca de cervezas mejor posicionada en el mercado gay', sostiene Víctor Huertas. Air Europa acaba de firmar un convenio: hará publicidad explícita y ofrecerá un trato igualitario con el personal homosexual y sus parejas en los convenios internos de la compañía.

Un sector que marca tendencias

El colectivo gay está ya considerado no sólo como un colectivo de alto poder adquisitivo, sino como un sector influyente a la hora de marcar tendencias. 'Es curioso', dice Ignacio Wert, de Demoscopia; 'hemos pasado del grey market (el mercado gris, el de la tercera edad) al gay market. El mercado identitario es muy interesante desde el punto de vista del marketing y hay que reconocer que el sector gay tiene una gran disponibilidad económica y un estilo de vida muy alto'. Empresas como Planners, dedicadas a la investigación de mercados y muy relacionada con las agencias de publicidad, no dudan de que el colectivo gay tiene una gran importancia a la hora de marcar tendencias que luego se extienden al colectivo heterosexual. 'En el caso de la moda, los gay son unos grandes influenciadores y se les tiene muy en cuenta, de tal manera que muchas marcas les facilitan sus productos porque se trata de gente con capacidad para influir en los demás', dice Jordi Torrens, uno de los ejecutivos de Planners. No se trata tanto de ir a campañas explícitas como de tenerlos en cuenta en las estrategias de mercado. 'Firmas como Nike o Adidas difunden algunos modelos entre ese colectivo, sabedoras de que luego pueden extender su uso hacia el público en general'. Torrens destaca nuevos conceptos, como el de la ambigüedad sexual como un valor emergente entre los heterosexuales. 'Ahora mismo, está de moda besarse en la boca entre las chicas muy jóvenes: es una forma de identificarse, como dando a entender que los hombres son simples y las personas interesantes suelen ser mujeres. El hombre queda a un lado, está sólo para el sexo, como un mero objeto sexual'. Entre las compañías de investigación de tendencias es habitual utilizar un alto porcentaje de homosexuales entre sus cool hunters, o cazadores de tendencias. 'En nuestra compañía lo son casi el 50%'.

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