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Columna
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Criptografías

Hoy en día, hasta los mensajes de móviles abreviados se pierden en la inmensidad de las ondas cuando hay saturación. Los adolescentes ya no saben si el receptor está mosqueado, y vuelven a repetir el mensaje abreviado: 'sts mskdo?'

Los jóvenes han abreviado el lenguaje para ahorrar dinero en los móviles. Las autoridades están preocupadas. ¿Significará esto una nueva evolución del idioma castellano, una mutación aberrante de la lengua? El caso es que los adolescentes no paran de fastidiar. Han creado una jerga propia para sumir la lengua castellana en el caos. Pero eso a los viejos no les importa. ¿Nunca se han preguntado por qué los viejos se ponen el periódico de sombrero? Parece que es para protegerse del sol, pero en realidad es porque pasan de todo. Mientras tanto, nosotros leemos el diario en la playa. Y un joven a nuestro lado no para de teclear en su teléfono móvil. Se sabe que la vejez es sabia. Si el viejo se pone las noticias en la cabeza es que no hay que hacer un drama. El encuentro entre el joven y el viejo produce un fuerte contraste. El viejo con el periódico en la cabeza. Y el joven tecleando el móvil. Es un abismo lo que media entre ambos. El viejo observa sin inmutarse, debajo del periódico, haciéndose sombra con el diario.

Hoy en día, existen 'analfabetos de la tecnología'. Ese viejo es uno de ellos. No entiende de móviles, ni de ordenadores. Por no entender, no entiende ni de vídeos. Mientras tanto, el joven está cambiando el mundo con su móvil. Es alguien supuestamente preparado para el siglo XXI, alguien que controla las nuevas tecnologías, alguien que manda mensajes abreviados de amor: 't qur + k nunk'. Desde la playa, el joven puede realizar multitud de operaciones, negocios bursátiles, entrar en Internet, localizar la farmacia más cercana, jugar con sus amigos. El viejo, ignorante de todo esto, tan solo mira al horizonte dejándose llevar por el rumor de las olas. Quién le iba a decir a él que en el futuro las cosas tendrían tantos botones. Quién le iba a decir a él que algún día se verían tantos teléfonos sin cable por doquier. El viejo reflexiona que esas cosas son para la juventud. Pero no entiende el idioma del joven y, para él, cualquier tiempo pasado fue mejor.

Se dice que la revolución tecnológica va a precipitar la evolución del hombre, como los caballos que arrastran un carro. Pero el viejo eso no lo sabe, o no lo comprende, porque mientras el muchacho mira las noticias que le han llegado a su móvil, el anciano piensa en que el Sol ya no es el mismo que cuando él era joven, y se protege con el periódico plegado a modo de sombrero. Son dos formas de ver la vida, una abreviada, la otra extrañada, con la conciencia de haber sido desplazado de alguna manera por la tecnología. Entre abuelo y nieto hay gran distancia. Una distancia inmensa que va desde el móvil al periódico doblado a modo de sombrero. Y allá en la orilla, un niño juega con las olas ajeno a todo. El abuelo sabe que dentro de poco, dentro de unos años, el niño vivirá en un mundo diferente al que todos conocemos. Sabe que ese niño tendrá que aprender a manejar otras máquinas, que será más alto, más guapo, incluso que podrá vivir más, y en mejores condiciones de las que vivió él. No obstante, el viejo no se fía. En lo más profundo de su corazón, si le diesen a elegir, él hubiera escogido con toda seguridad vivir la época en la que vivió. Un tiempo sin botones.

Mientras el viejo es un 'analfabeto de la tecnología', el joven del móvil no sabe escribir. Se ha acostumbrado a abreviar y el resultado ha sido nefasto. El último año, tuvo suspenso en Lengua y Literatura precisamente por la ortografía. Por escribir de tal forma, 'l ngens idalg dn kjot d l mnch', (El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha), de 'crvnts' (Cervantes), la profesora le llamó analfabeto. Así que el joven ha cateado, pero ha sido por ahorrar dinero con el móvil. Cuando el viejo le pregunta, el joven contesta que también es por pura vagancia. Lo dice con orgullo, sabiéndose creador. Si una palabra no existe, habrá que inventarla. Da lo mismo que el viejo no entienda, porque las cosas avanzan que es una barbaridad. Y quién sabe, quizás todas esas palabras aparezcan algún día en el diccionario de la 'rl kdemia d l lngua'.

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