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La Iglesia ortodoxa fiel a Moscú boicotea un encuentro con el Papa

Juan Pablo II elogia al presidente ucranio

El objetivo prioritario de esta visita del Pontífice, que permanecerá hasta el miércoles en Ucrania, 'es el encuentro con los católicos que han sufrido tanto en este país', dijo el portavoz de la Santa Sede, Joaquín Navarro Valls. 'El ecumenismo es también una prioridad', añadió. Pero está claro que, tras esta visita, Moscú se mantiene como una plaza fuerte si cabe un poco más inexpugnable e indiferente al carisma del Papa polaco.

El problema de la unidad de los cristianos estuvo presente a lo largo de toda la jornada de ayer, segundo día de la visita de Juan Pablo II a Ucrania. El Papa se refirió a ella en la misa oficiada por la mañana, en el aeropuerto de Chayka, cerca de Kiev, donde manifestó una vez más el deseo de ver restaurada 'la situación de comunión en la que la diversidad de tradiciones no planteaba obstáculos a la unidad en la fe y en la vida eclesiástica'.

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Por la tarde volvió a mencionar el tema ante los representantes del Consejo Religioso Ucraniano, en el palacio de la Filarmónica de la capital ucrania. 'Que Dios nos ayude a descubrir juntos las buenas razones para seguir un respetuoso y animoso camino ecuménico', dijo el Pontífice. En la sala estaban presente la práctica totalidad de los líderes de las confesiones religiosas que cuentan con fieles en el país, desde las diferentes iglesias ortodoxas hasta la pequeña comunidad musulmana, pasando por las seis iglesias protestantes, los católicos y judíos.

Todos, menos el metropolita Volodimir (Vladimir), dependiente del patriarca Alexis II de Moscú. En primera fila se sentaban, en cambio, los patriarcas de las dos iglesias ortodoxas disidentes, no reconocidas por la ortodoxia mundial. La de Filaret Denissenko, que se autoproclama 'iglesia nacional', y que cuenta con más de tres millones de fieles, pese a la reputación, un tanto turbia, del patriarca, acusado de haber sido un colaborador del KGB, y la Iglesia Autocéfala, ultranacionalista, que se formó entre los ucranios en el exilio. Uno y otro patriarca intervinieron para agradecer al Papa los esfuerzos en pro de la concordia entre las diferentes fes.

Ante los representantes de la comunidad judía, el Papa rindió tributo al sacrificio de una comunidad. '¿Cómo olvidar el enorme tributo de sangre pagado al fanatismo de una ideología que propugnaba la superioridad de una raza sobre las demás?', dijo. También citó el Pontífice el martirio de los musulmanes en Ucrania, y, particularmente, los sufrimientos de los tártaros, deportados de la península de Crimea en los años duros de la construcción de la URSS.

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El presidente ucranio, Leonid Kuchma, asistió ayer a la liturgia matinal en primera fila, imperturbable bajo la fina lluvia. Kuchma, muy discutido en Ucrania, no ha escuchado del Papa más que elogios, hasta el momento. En la media docena de discursos pronunciados hasta ayer por el Pontífice no había la menor mención a los graves problemas del país, sumido en una profunda crisis, y en el que una élite minúscula se ha beneficiado de la independencia.

Juan Pablo II, en la misa celebrada en el aeropuerto de Kiev.
Juan Pablo II, en la misa celebrada en el aeropuerto de Kiev.REUTERS

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