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El suelo urbanizable junto al mar duplica al ya construido

Los casos más clamorosos de expectativas desmesuradas de crecimiento urbano de toda la costa de la Comunidad Valenciana se dan en la provincia de Castellón. Los 16 municipios litorales han rellenado de cemento y asfalto 5.662 hectáreas, el 6,2% de su superficie total, pero han previsto ocupar otras 12.614 hectáreas (el 13,8%), más del doble de lo ya consolidado. Por decirlo de otra manera, como si pensaran en triplicar su población, ahora de unos 260.000 habitantes. Sin duda, un crecimiento más desaforado que el de las otras dos provincias.

El caso más clamoroso es el del Ayuntamiento de Peñíscola, que apostó por multiplicar por 12 su actual superficie urbana (378 hectáreas) aunque la creación del parque natural de la Serra d'Irta obligará, muy a pesar del Consistorio, a reclasificar como no urbanizables 30 de los 40 kilómetros cuadrados considerados ahora urbanizables. Pero hay más casos, porque raro es el municipio que no se ha reservado más de 300 hectáreas para crecer frente al mar. Así, Cabanes, con 2.798 hectáreas es el segundo pool de suelo urbanizable de la Comunidad. Alcalà de Xiver, con 953 no le va a la zaga, ni Oropesa, con 820.

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Los planeamientos urbanísticos de los municipios litorales prevén duplicar la superficie construida

Es precisamente este municipio de La Plana Alta el que mayor presión urbanística sufre en su litoral. Si finalmente Peñíscola tiene que cambiar su plan general para adaptarse a las exigencias ambientales, Oropesa será el municipio Costero de la provincia con menos porcentaje de suelo rústico, con sólo 57% de su superficie. A base de destruir, con bombas de desecación y cemento, la Albufera de Oropesa, un humedal que ahora ni siquiera reconoce la Consejería de Medio Ambiente, el casco urbano ya ocupa el 12%, hasta 327 hectáreas, y tiene intención de crecer en otras 820, que suponen otro 31% de territorio consagrado a futuras viviendas. La baja densidad actual de esta localidad (7 personas por hectárea de suelo urbano, seis veces menos que la media de la provincia) da muestras de la vocación de segunda residencia o de turismo de temporada que ha adquirido el municipio. Sólo Peñíscola tiene una densidad tan baja: 9 habitantes por hectárea urbana, frente a los 91 de Castellón, los 71 de Benicarló o los 56 de Burriana. El urbanismo extensivo amenaza la costa castellonense.

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