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Columna
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Sálvese quien pueda

Juan José Millás

El delegado del Gobierno, Francisco Javier Ansuátegui, recomendó, tras el horrible crimen de Pozuelo, que la gente contratara empresas privadas de seguridad. Le agradecemos su franqueza. El problema es que ya tenemos planes de pensiones privados, y seguros médicos privados y colegios privados y universidades privadas. Y la vivienda se ha puesto por las nubes, mire usted, de modo que no sabemos de dónde vamos a sacar unas pesetas para financiarnos una policía privada también. Comprendo que ustedes son muy liberales y que confían una barbaridad en la iniciativa privada. Lo que no comprendo es su afición a tener un sueldo del Estado. El liberalismo económico bien entendido debería empezar por uno mismo. Pero nos hacemos cargo de que afuera hace mucho frío, señor Ansuátegui. Cada día es más difícil ganarse la vida, aunque morir, en cambio, empieza a estar chupado, al menos en Madrid. Tres veces llamó a la policía la esposa del abogado degollado en Pozuelo. Tres veces llamó a la policía la madre de la niña violada en Pozuelo. Tres veces llamó a la policía la señora herida en Pozuelo por un criminal que había sido detenido nueve veces. Eso no es justo.

Dirá usted con mucha razón que, si queremos una justicia de lujo, contratemos a jueces privados. Pero es que no nos llega el presupuesto, porque los sueldos de la gente están privatizados, señor Ansuátegui. O se renuncia a la hipoteca, o se renuncia al plan de pensiones, o se renuncia a la guardería privada. Por cierto, que también esta semana hemos leído que en una guardería municipal de Torredelones golpeaban, insultaban y vejaban a los niños obligándoles a comerse sus propios vómitos. Luego les daban duchas de agua fría con las ventanas abiertas en pleno invierno. El caso fue denunciado tantas veces como la señora de Pozuelo llamó a la policía, pero el concejal de Educación de Torrelodones, compañero suyo en el PP, prohibió que se investigara el asunto. Quizá pensó con toda la razón que, si la gente quería guarderías en las que no se maltratara a los niños, la gente debería pagarlas de su propio bolsillo. El mejor liberalismo es el que se aprende con la práctica. Si a usted le atienden en un pasillo cuando va a urgencias, lo lógico es que contrate un seguro médico privado para que la próxima vez le atiendan como Dios manda. Metan al niño en una guardería privada, por favor. Hay que ver la manía que tenemos todos de vivir a cuenta del Estado.

De modo que la señora de Pozuelo cuyo marido fue salvajemente asesinado llamó tres veces a la policía, que se acercó a ver qué pasaba. Parece que observaron la casa por fuera y, como no se escuchaban gritos ni salía sangre por las ventanas, se fueron con la música a otra parte. Y es que hay asesinos muy listos, ya ve usted, que actúan en silencio y que amordazan a sus víctimas para que no giman mientras las violan. Esto se le ocurre a cualquier policía privada. Por eso el señor Ansuátegui y los economistas liberales insisten tanto en que no acudamos a los servicios del Estado para nada.

Intentaremos no acudir, desde luego, pero a ver quién nos resuelve el asunto de las prioridades, que diría un político, porque el problema es que dejas Sanitas para pagarte una empresa de seguridad privada y a los dos días te tienen que operar del hígado. O abandonas el plan de pensiones con el BBV y al mes siguiente quiebra la Seguridad Social. Aznar está pensando en ir a medias con Bush en la versión naval del escudo antimisiles, pero nosotros no necesitamos que nos protejan de gente que no nos persigue, sino de enemigos reales como la enfermedad, la vejez, la delincuencia, la falta de educación y las alergias.

Nosotros no queremos que al marcar el 112 se presente en nuestro salón un submarino nuclear, sino un policía que sepa leer el silencio de una vivienda en la que se están produciendo crímenes atroces. Somos menos ambiciosos nosotros que nuestros gobernantes, qué le vamos a hacer. Queremos guarderías en las que no se maltrate a los pequeños y representantes públicos que sean sensibles a las denuncias de torturas cuando éstas se producen. Y no es que permanezcamos sordos a las amenazas gubernamentales. Ya digo que pagamos seguros médicos privados y planes de pensiones privados y peajes privados y colegios privados. Pero nos gustaría que el Estado nos protegiera de agresiones como la que se produjo el otro día en Pozuelo. Lo de contratar empresas privadas de seguridad ya se nos había ocurrido, pero es que un sueldo privado no da para tanto, señor Ansuátegui. Sálvese quien pueda.

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Sobre la firma

Juan José Millás
Escritor y periodista (1946). Su obra, traducida a 25 idiomas, ha obtenido, entre otros, el Premio Nadal, el Planeta y el Nacional de Narrativa, además del Miguel Delibes de periodismo. Destacan sus novelas El desorden de tu nombre, El mundo o Que nadie duerma. Colaborador de diversos medios escritos y del programa A vivir, de la Cadena SER.

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