600 kilómetros de pedaladas
Un joven madrileño viaja a San Sebastián en bicicleta para mostrar su pasión por el País Vasco
Lo peor son los primeros días. Cuando pesan las piernas. Y se seca la boca. Y el sol pega en la cabeza. Y se oye el silencio. Entonces uno quiere abandonar. Tirar la bicicleta y coger un tren que le lleve a uno, descansado y tranquilo, hasta San Sebastián. A los brazos de la mujer. Y abandonar esta locura de la bicicleta, este absurdo de querer pedalear los 665 kilómetros que separan Madrid de San Sebastián.
Pero, no. Dice Fernando Rodríguez que no. Este madrileño de 32 años dice que ahora no cambiaría este viaje por nada. Y eso que reconoce que el cansancio estuvo a punto de vencerle, que cuando empezó a subir el madrileño puerto de la Morcuera, el primer día, sufrió terriblemente y pensó en volverse a Madrid, llamar a Idoia, su esposa, a San Sebastián y contarle que la carretera le había vencido. Pero luego, con el camino por delante, todo fue cuestión de dar una pedalada más. Y otra. Y otra más.
Fernando Rodríguez salió de El Pardo el 13 de junio. Quería llegar a San Sebastián en bicicleta de montaña. Y ayer lo logró. Allí le esperaba su mujer, arquitecto. Él, con estudios de Filología en Estados Unidos, no ha podido ver saciada su auténtica pasión: la radio. Pero Fernando no quiere que nadie piense que ha hecho este viaje para salir en los periódicos, para ver si alguien le coloca. 'Siempre he estado contra el enchufismo. Así que no quiero que nadie crea que con esto busco las oportunidades que no he tenido. Lo hago porque me gusta la bicicleta. Porque mi mujer está en San Sebastián y quiero verla'. Y es verdad que en San Sebastián le esperaba su esposa. Pero hay más. Desde que tenía cinco años, quería viajar al País Vasco.
Dice Fernando que ahora, cuando lo piensa, le hubiese gustado tener a alguien para compartir el camino y la soledad. Han sido muchas horas de darle vueltas a la cabeza, de pensar. El primer día hizo 90 kilómetros. De El Pardo a Lozoya. Demasiados, piensa ahora. Tal vez por eso sufriera más que ningún otro día el cansancio. Luego preparó sus rutas con cuidado, buscando siempre caminos forestales, carreteras secundarias, en los 24 mapas del Ejército que llevaba en una bolsa impermeable.
Ha descubierto la otra España que hay más allá de la prisa de las autopistas. Los mejores caminos dice que están en Burgos, tal vez porque todavía hay grandes extensiones de sembrados. 'A veces te cruzabas con alguien. La gente es amable. Te parabas y te preguntaba. Cuando me entraban las dudas, bastaba con pararme, mirar el paisaje. Y parece que todo cambiaba'.
Desayunaba fuerte. Durante el día bebía mucha agua. Tomaba glucosa y se alimentaba de barras energéticas. 'Pero cuando llegaba al lugar donde había decidido pernoctar me comía todo lo que me ponían delante'. Está contento con el viaje. 'Ni un pinchazo', dice.
El martes salió de Treviño. Cogió una carretera secundaria a Vitoria. Durmió en Alsasua y ayer llegó a San Sebastián. No hubo concejales, ni señoritas con ramos de flores, ni cámaras o micrófonos que recogiesen su resuello, sus palabras. Sólo una mujer le esperaba para darle el beso de los vencedores. Pero Fernando ha demostrado que todo puede hacerse, casi sin saber por qué.
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