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El Sónar pulveriza su marca tras recibir a 80.000 espectadores

El festival electrónico de Barcelona cierra con el 'techno' de Jeff Mills y Richie Hawtin

Casi 19.000 personas participaron en la última noche del Sónar, que, sumadas a las que acudieron a las sesiones de jueves y viernes, arroja un total de más de 42.000 visitas. A esta cantidad, hay que sumar las más de 34.000 que durante los tres días de festival acudieron al Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona (CCCB) para seguir la programación diurna, que sólo el sábado congregó a 17.300 personas. Con ello, noche y día se acercan en capacidad de convocatoria, pulverizando así las previsiones más optimistas de la organización que, aún sorprendida por las dimensiones del festival, preparan para el año que viene un nuevo plan lógistico más ambicioso que acoja a un evento cuyos límites aún se ignoran.

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Lo que parece claro es que al CCCB y al Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona (Macba) hay que buscarles nuevos rincones si no se quiere que el Sónar perezca entre apretujones. El éxito obliga a los organizadores del festival a gestionar estas cifras de forma que no acaben ahogando a un acontecimiento que, por su personalidad, no tiene parangón en Europa, ya que, como ellos mismos reconocieron, 'el Sónar no juega en la misma Liga que los otros festivales'. Porque el Sónar no se define tan sólo citando a las miles de personas que acudieron el sábado por la noche al reclamo del techno de Jeff Mills y Richie Hawtin, protagonistas de sendas sesiones demoledoras. Para dibujar la personalidad del acontecimiento, cabe también señalar el importante auge del Sónar como plataforma de intercambios comerciales entre sellos de medio mundo, así como su capacidad para engullir manifestaciones artísticas no vinculadas a la electrónica.

Sesión con periodista

Es el caso de la sesión que protagonizó el periodista británico John Peel, uno de los símbolos de la cadena televisiva BBC, quien en la tarde del sábado ofreció un menú nusical que, ante la devoción de cientos de seguidores, incluyó a Ramones, Status Quo y Undertones, entre otros. Y es que parece claro que al Sónar se le está quedando corta incluso la música electrónica, esa que le hizo necesario hace ocho años. Sea como fuere, la organización del festival no se ha quedado corta en la proposición de alternativas a esta evolución. Este año se debía superar el cambio de sede nocturna, y el resultado ha sido sobresaliente. Los espacios del polígono Pedrosa resultaron idóneos gracias a una producción excelente que no dejó cabos sueltos, permitiendo así que la masificación no se convierta en un problema para los usuarios. Incluso cuando el domingo amanecía y el público enloquecía preso del baile había espacio para que nadie pisara a nadie y todos pudieran disfrutar del techno que invariablemente ofrecían los tres escenarios del recinto.

Es por ello por lo que cabe confiar en que el Sónar no perecerá víctima de su propio éxito, sino que en adelante seguirá respondiendo a los retos planteados por un crecimiento que ya no se explica sólo musicalmente. Porque las razones que han llevado al Sónar a crecer de manera tan desaforada ya forman parte de un análisis de cómo está cambiando nuestra sociedad, una sociedad urbana, tecnológica, veloz y generadora de múltiples angustias que de alguna manera se han de combatir.

Actuación de Jeff Mills en la madrugada del domingo.
Actuación de Jeff Mills en la madrugada del domingo.CONSUELO BAUTISTA

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